Pan y la pesadilla (iii): la masturbación
Hillman en su libro “Ensayos sobre el dios Pan” que vengo comentando desde hace algunos días dedica un capítulo a la masturbación toda vez que Roscher en el Lexicon afirma fue precisamente Pan el “inventor” de la masturbación. Hillman va analizar psicológicamente el fenómeno de la masturbación asociándola a esta ambivalente figura mitológica.
La masturbación es una práctica ampliamente extendida: se encuentra en animales superiores (no sólo en cautividad) y el toda la biografía de la persona desde la edad infantil hasta la senectud precediendo a las demás actividades genitales y manteniéndose aún cuando ellas hayan cesado. De hecho en adultos con parejas sexualmente activas la masturbación se desarrolla en paralelo al coito, del que no parece un mero sustitutivo.
El análisis de la masturbación que hace Hillman va más allá de una reflexión sobre una actividad sexual de “desahogo” sino que se esfuerza en subrayar el carácter psicológicamente complejo de este acto en el que se unen compulsión e inhibición, deseo y vergüenza. ¿Sentimientos de vergüenza? Para Hillman toda masturbación contiene culpa a un nivel más o menos inconsciente, la culpa es tan inherente a la masturbación como la compulsión; de hecho según estudios psicológicos citados por Hillman los violadores, pederastas o asesinos sádicos en prisión sufrían sentimientos de culpa o problemas de conciencia asociados a la masturbación. El origen de este miedo o culpa hacia la masturbación hay que buscarlo más allá de un supuesto quebrantamiento de la moral social, está en la raíz misma del acto. Negar hedonistamente el “ocultamiento” de la masturbación es tan poco fiel a su estructura arquetípica como convertir ese ocultamiento en negación represiva (link a un interesante artículo sobre la represión de la masturbación en la modernidad); como acto con significado psíquico debemos admitir que la masturbación tiene esta doble dimensión pánica ya señalada: compulsión e inhibición, deseo y culpa.
“En resumen: la masturbación puede ser comprendida de un modo autónomo y desde dentro de su propio modelo arquetípico; no ha de ser condenada no como comportamiento sustitutivo para los que están solos y aislados, ni como comportamiento regresivo para los adolescentes, ni como retorno periódico de fijaciones edípicas, ni como compulsión fisiológica carente de sentido que ha de ser controlada por las correspondientes prohibiciones que son las relaciones personales, la religión y la sociedad. De la misma manera que la masturbación nos conecta con Pan como cabra, también nos conecta con su otra mitad, la partie superiure de la función instintiva: la autoconciencia. Dado que se trata de la única actividad sexual que se lleva a cabo en solitario, no debemos juzgarla tan sólo en términos del servicio que rinde a la especie o a la sociedad. En lugar de concentrarnos en su papel inútil para la civilización externa y la procreación, podríamos reflexionar sobre su utilidad para la cultura interna y la creatividad. Al intensificar la interioridad con el gozo -y con el conflicto y la vergüenza- y al reavivar la fantasía, la masturbación, que carece de propósito para la especie o la sociedad, ofrece sin embargo placer genital, fantasía y conflicto para el individuo como sujeto psíquico. Sexualiza la fantasía, lleva el cuerpo a la mente, intensifica la experiencia de la conciencia y confirma la poderosa realidad de la psique introspectiva -¿acaso no fue inventada para el solitario pastor que tocaba la flauta por los cerrados espacios de nuestros paisajes interiores y que reaparece cuando nos abandonamos a la soledad?-. Al implicar a Pan, la masturbación devuelve la perentoriedad y complejidad de la naturaleza al opus contra natura (obrar contra la naturaleza) que es la creación del alma”
James Hillman; Pan y la pesadilla; Ed. Atalanta 2007, p. 65-66
Imágenes sobre las consecuencias de la masturbación según un tratado del XIX.
Pan y la pesadilla (i)
Pan y la pesadilla (iv): fantasía y psicopatología
Pan y la pesadilla (y v): la violación
Sé feliz