El Árbol del Conocimiento ha matado al Árbol de la Vida
El Árbol del Conocimiento ha matado al Árbol de la Vida. Robespierre y los jacobinos eran pedantes fanáticos que quisieron reducir la existencia humana a normas que creían basadas en verdades objetivas; las instituciones que crearon ahogaron la espontaneidad y la inventiva, esclavizaron y mutilaron la voluntad creadora del hombre.
Los hombres, cuya esencia es la de ser entes activos, se ven perpetuamente amenazados por dos peligros igualmente funestos, un Escila y una Caribdis. La Escila es el cansancio, el desánimo, es cuando los hombres rehuyen el esfuerzo para darse a la buena vida, o se entregan al quietismo y caen víctimas de los manejos de hábiles maniobreros que destruyen todo honor, energía, integridad e independencia para sustituirlos por el imperio de la astucia y del fraude, la mano muerta de la burocracia, leyes que granujas sin escrúpulos pueden volver en su propio provecho, con la ayuda y la complicidad de un ejército de expertos: prostitutas y lacayos de quienes detentan el poder o histriones desocupados y parásitos serviles [...]. La Caribdis es el despotismo de los teóricos fanáticos, “el delirio salvaje del optimista enloquecido por la resistencia imprevista a sus planes”, que está dispuesto a destrozar el presente “por edificar la felicidad del futuro sobre sus despojos”.
Isaiah Berlin; Prefacio a Reflexiones sobre la violencia de George Sorel; Alianza Editorial pp. 17-18