jueves, junio 19, 2008

La percepción reductora

¿Qué es lo que vemos? ¿La realidad? ¿Nuestros sentidos nos muestran el mundo o más bien nos lo ocultan? Tras mis lecturas de Blake, Yeats, Castaneda o Schopenhauer me he llegado a plantear profundamente cuál es la naturaleza de nuestro mundo perceptivo y que tiene que ver con el mundo en sí, en el caso de que tenga que ver algo ¿qué diferencia existe entre lo real y lo imaginario? ¿hay algo más allá de la dicotomía realidad-apariencia, eso que llamamos lo imaginal?

El problema es irresoluble pero insoslayable... Este texto de Huxley que debemos comprender en el contexto pre psicodélico plantea de una manera original y sencilla la cuestión de la percepción y su naturaleza, la relación de lo que percibimos y lo que es. Creo que es un texto bastante sugerente:

Al reflexionar sobre mi experiencia, me sentí de acuerdo con el eminente Filósofo de Cambridge, el doctor C . D. Broad en que "haríamos bien en considerar con más seriedad que hasta ahora el tipo de teoría que Bergson presentó en relación con la memoria y la percepción de los sentidos". Según estas ideas la función del cerebro, el sistema nervioso y los órganos sensoriales es principalmente eliminativa, no productiva. Cada persona, en cada momento, es capaz de recordar cuanto le ha sucedido y de percibir cuanto está sucediendo en cualquier parte del universo. La función del cerebro y del sistema nervioso es protegernos, impedir que quedemos abrumados y confundidos, por esta masa de conocimientos en gran parte inútiles y sin importancia, dejando fuera la mayor parte de lo que de otro modo percibiríamos o recordaríamos en cualquier momento y admitiendo únicamente la muy reducida y especial selección que tiene probabilidades de sernos prácticamente útil. Conforme a esta teoría, cada uno de nosotros es potencialmente Inteligencia Libre. Pero, en la medida en que somos animales, lo que nos importa es sobrevivir a toda costa. Para que la supervivencia biológica sea posible, la Inteligencia Libre tiene que ser regulada mediante la válvula reductora del cerebro y del sistema nervioso. Lo que sale por el otro extremo del conducto es un insignificante hilillo de esta clase de conciencia que nos ayudará a seguir con vida en la superficie de este planeta determinado. Para formular y expresar el contenido de este reducido conocimiento, el hombre ha inventado e incesantemente elaborado esos sistemas de símbolos y filosofías implícitas que denominamos lenguajes. Cada individuo se convierte, enseguida en el beneficiario y la víctima de la tradición lingüística en la que ha nacido: el beneficiario en cuanto el lenguaje procura acceso a las acumuladas constancias de la experiencia ajena y la víctima en cuanto le confirma en la creencia de que ese reducido conocimiento es el único conocimiento y en cuanto deja hechizado su sentido de la realidad de forma que cada cual se inclina demasiado a tomar sus conceptos por datos y sus palabras por cosas reales. Lo que, en el lenguaje de la religión, se llama "este mundo" es el universo del conocimiento reducido, expresado y, por decirlo así, petrificado por el lenguaje. Los diversos "otros mundos" con los que los seres humanos entran de modo errátil en contacto, son otros tantos elementos de la totalidad del conocimiento perteneciente a la Inteligencia Libre. La mayoría de las personas solo llegan a conocer, la mayor parte del tiempo, lo que pasa por la válvula reductora y está consagrado como genuinamente real por el lenguaje del lugar. Sin embargo, ciertas personas parecen nacidas con una especie de válvula adicional que permite trampear a la reductora. Hay otras personas que adquieren transitoriamente el mismo poder, sea espontáneamente, sea como resultado de deliberados "ejercicios espirituales", de la hipnosis o de las drogas. Gracias a estas válvulas auxiliares permanentes o transitorias, discurre, no, desde luego, la percepción de "cuanto está sucediendo en todas las partes del universo" pues la válvula auxiliar no suprime a la reductora que sigue excluyendo el contenido total de la Inteligencia Libre, sino algo más -y sobre todo algo diferente del material utilitario-; cuidadosamente seleccionado, que nuestras limitadas inteligencias individuales consideran como un cuadro completo, o por lo menos suficiente, de la realidad.

Aldous Huxley; Las puertas de la percepción; Editorial Edhasa, traductor: Miguel de Hernani


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