lunes, octubre 30, 2006

La cuarta descentralización: el gen egoísta


Una gallina es, simplemente, el método que usan los huevos para hacer más huevos.

Richard Dawkins


Se suele decir que el hombre ha sufrido tres grandes descentralizaciones en la modernidad: la primera fue descubrir, de manos de Galileo y Copérnico, que no éramos el centro del universo; la segunda descentralización fue obra de Darwin, en ella el hombre dejó de ser la “imagen” de Dios para transformarse en un animal más en la Historia Natural de la evolución; finalmente, la tercera descentralización fue la que sufrimos con el psicoanálisis de Freud, en ella nuestra conciencia se nos mostró como epifenómeno de nuestro inconsciente, la racionalidad estaba asentada sobre un magma de irracionalidad. A finales del XX hemos sufrido una cuarta descentralización de manos de Richard Dawkins, de esta cuarta descentralización hablaremos en este trabajo.

La teoría de Richard Dawkins expuesta en su obra “El gen egoísta” puede resumirse así: ni el individuo ni la especie son las unidades básicas de la evolución sino que la unidad básica de la evolución es el gen. Para este autor su teoría no supone una nueva revolución científica sino solamente una nueva perspectiva de las ideas de Darwin. Aunque no dudo que sea así se debe reconocer que esta nueva perspectiva de la teoría de la selección natural reformula totalmente el papel del hombre en la historia. Analizaré algunas de sus consecuencias.

En primer lugar voy a aclarar como llega Dawkins a la conclusión de que los seres vivos no son más que replicadores de genes y que por lo tanto estos son las unidades básicas de la evolución. Dawkins en las primeras páginas de su citado libro se pregunta: ¿la evolución ocurre entre las especies, los grupos o los individuos? Dawkins se muestra reacio a admitir que las unidades de evolución sean las especies por varias razones: la especie se componen de individuos por lo tanto la fortaleza de la especie depende de la fortaleza de los individuos; un individuo en un grupo cooperativo sería más competente reproductivamente si cooperase poco y recibiese mucho luego, la tendencia evolutiva natural será individuos que se aprovechen de la especie o del grupo, tras unas cuantas generaciones todos los individuos serían insolidarios ya que evolutivamente sería más aptos... Esto demuestra que el concepto de “evolución de especie” o “de grupo” no es consistente con el resto de nuestros conocimientos acerca de la evolución.

Por otro lado ¿ en donde acaba la especie? ¿Serán los leones más propensos a comerse un avestruz que a una cebra por solidaridad con el filum de los mamíferos? Para Dawkins no tiene sentido hablar de selección por especie o grupo.

¿Se decanta Dawkins por la selección de individuos? No exactamente. Aunque parece más consecuente con nuestros conocimientos sobre la evolución natural considerar al individuo como unidad básica de la evolución deja sin explicar muchas conductas animales. Efectivamente, la conducta altruista de muchos animales (desde hormigas a chimpancés) no podría ser comprendida si admitiésemos que la finalidad evolutiva del individuo fuese su propia perpetuación. La perpetuación individual pasa, en buena medida, por aprovechar el altruismo del grupo en su propio beneficio, sin embargo, esto no es así ¿por qué?

La respuesta pasa por donde hemos comentado: el individuo no se sacrifica por si mismo ni por la especie, se sacrifica, en realidad, por el material genético común a los de su grupo. Es el gen lo que se perpetúa y el individuo, e incluso la especie, no son más que sus portadores, sus máquinas de replicación. Esta es la razón por la que un padre o una madre están dispuestos a morir por sus hijos: la perpetuación de su material genético es más probable en sus hijos que en ellos. Ni siquiera se defiende a los hijos como a tales sino se defiende a los hijos como replicadores de nuestra carga genética.

Es evidente la primera consecuencia de esta perspectiva de la evolución: el hombre es un mero instrumento de los genes, como cualquier otro animal. Estamos controlados por elementos que ni siquiera podemos decir que posean vida, sólo poseen capacidad de autoreplicarse. Si la evolución está orientada a la replicación de entidades impersonales como los genes ¿qué lugar cabe para la libertad? Evidentemente ninguno. Ya la teoría clásica de la evolución de Darwin había dejado claro nuestra posición descentralizada en la Historia Natural en donde éramos unos animales más pero al menos nos podía consolar la sensación de pertenencia a una especie “especial” a la que estaríamos unidos a través de vínculos de afectos “naturales” (el bien de la especie o ideas similares). Dawkins nos muestra que son los genes, y no nuestro espíritu o alma, nuestra más íntima esencia; son la replicación de los genes, y no el bien común de la especie o de los seres vivos, nuestra única meta; somos máquinas ciegas de reproducción de proteínas; las ideas de amor, afecto, cariño, solidaridad etc no son más que programas que nos permiten defender con más fiereza nuestra carga genética y reproducirla...

La evolución está en manos de nuestros genes y no en las de nuestra especie. La evolución afecta a nuestros genes y nosotros no somos más que actores secundarios en este drama. Preguntar por el sentido de la historia no tiene sentido en este contexto. El materialismo darwinista es bien diferente del materialismo dialéctico del marxismo, como bien supo ver Stalin con su apoyo a las teoría genéticas de Lysenko, y de todas las teorías teleológicas de la historia. Sin embargo, se me antoja que esta perspectiva no es del todo original: la idea de que la historia es fruto del mero azar ciego y que la rapiña y el “bellum omnes contra omnes” son los motores básicos de los estados, los imperios y los individuos son conceptos que ya se encuentran, al menos, en Schopenhauer. Por otro lado ¿no son los designios de la evolución como los designios de Dios... inescrutables?

Desde luego el libro de Dawkins no deja indiferente y es una lectura muy recomendable. Si quieres saber algo más de este libro y su autor aquí te dejo algún enlace:

http://www.microsiervos.com/archivo/libros/el-gen-egoista.html
http://www.homowebensis.com/genego.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Dawkins


Sé feliz

jueves, octubre 26, 2006

La especulación inmoviliaria

En los medios aparece como noticia recurrente desde hace unos años (muchos) el tema de la especulación inmobiliaria. Con menos frecuencia se da la noticia de “violentas” manifestaciones por vivienda digna. Ni que decir tiene que la violencia la ponen los de siempre: los milicos.

¿Es anecdótico este problema? Creo que no, No es baladí que uno para obtener un sencillo techo en donde cobijarse deba hipotecar el 40% de su sueldo durante 30 años. De hecho la situación se me antoja similar a la de los campesinos sin tierra de la Edad Media que vivían de prestado en los terrenos del señor feudal de turno pagando, eso sí, religiosamente el diezmo estipulado de la cosecha. ¿El diezmo? ¿El diez por ciento? Pero... ¿cuanto suele pagar un español al mes a su banco? Eso que llamas “mi casa” no será tu casa hasta dentro de 30 años cuando hayas terminado de pagar a los nuevos señores feudales del siglo XX y XXI: los bancos.

¿Progreso? No veo mucha diferencia entre la necesidad de tierra para subsistir de un campesino y la necesidad del hombre actual de un agujero en donde reposar los huesos; y si hay diferencia entre el diezmo y lo que se paga a los bancos hoy no es, en verdad, una diferencia que favorezca a la situación actual.

Se les llena a los mandamases la boca hablando de progreso, democracia y libertad... ¿tu crees?

Sé feliz

lunes, octubre 23, 2006

El hombre de negocios

El cuarto planeta era el del hombre de negocios. El hombre estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.

—Buenos días —le dijo éste—. Su cigarrillo está apagado.

—Tres y dos son cinco. Cinco y siete, doce. Doce y tres, quince. Buenos días. Quince y siete, veintidós. Veintidós y seis, veintiocho. No tengo tiempo para vol­ver a encenderlo. Veintiséis y cinco, treinta y uno. ¡Uf! Da un total, pues, de quinientos un millones seiscien­tos veintidós mil setecientos treinta y uno.

—¿Quinientos millones de qué?

—¡Eh! ¿Sigues ahí? Quinientos un millones de... Ya no sé... ¡Tengo tanto trabajo! Yo soy serio, no me divierto con tonterías. Dos y cinco, siete...

—¿Quinientos millones de qué? —repitió el prin­cipito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta, una vez que la había formulado.

El hombre de negocios levantó la cabeza:

—En los cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo he sido molestado tres veces. La primera fue hace veintidós años por un abejorro que cayó Dios sabe de dónde. Produjo un ruido espantoso y cometí cuatro errores en una suma. La segunda fue hace once años por un ataque de reumatismo. Me hace falta ejer­cicio. No tengo tiempo para moverme. Yo soy serio. La tercera vez... ¡hela aquí! Decía, pues, quinientos un millones...

—¿Millones de qué?

El hombre de negocios comprendió que no había esperanza de paz.

—Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo.

— ¿Moscas?

—No, cositas que brillan.

—¿Abejas?

—¡No, no! Cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo para desvariar.

—¡Ah! ¡Estrellas!

—Eso es. Estrellas.

—¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?

—Quinientos un millones seiscientas veintidós mil setecientas treinta y una. Yo soy serio, soy preciso. —¿Y qué haces con esas estrellas?

—¿Qué hago?

—Sí.

—Nada. Las poseo.

—¿Posees las estrellas?

—Sí.

—Pero he visto un rey que...

—Los reyes no poseen, «reinan». Es muy diferente. —¿Y para qué te sirve poseer las estrellas?

—Me sirve para ser rico.

—¿Y para qué te sirve ser rico?

—Para comprar otras estrellas, si alguien las en­cuentra.

Éste, se dijo a sí mismo el principito, razona un poco como el ebrio. Sin embargo, siguió preguntan­do:

—¿Cómo se puede poseer estrellas?

—¿De quién son? —replicó, hosco, el hombre de negocios.

—No sé. De nadie.

—Entonces, son mías, pues soy el primero en ha­berlo pensado.

—¿Es suficiente?

—Sin duda. Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Yo poseo las estrellas porque jamás nadie antes que yo soñó con poseerlas.

—Es verdad —dijo el principito—. ¿Y qué haces tú con las estrellas?

—Las administro. Las cuento y las recuento —dijo el hombre de negocios—. Es difícil. ¡Pero soy un hombre serio!

El principito todavía no estaba satisfecho.

—Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponerlo alre­dedor de mi cuello y llevármelo. Yo, si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. ¡Pero tú no puedes cortar las estrellas!

—No, pero puedo depositarlas en el banco.

—¿Qué quiere decir eso?

—Quiere decir que escribo en un papelito la can­tidad de mis estrellas. Y después cierro el papelito, bajo llave, en un cajón.

—¿Es todo?

—Es suficiente.

Es divertido, pensó el principito. Es bastante poé­tico. Pero no es muy serio.

El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas grandes.

—Yo —dijo aún— poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Pues deshollino también el que está extingui­do. No se sabe nunca. Es útil para mis volcanes y es útil para mi flor que yo los posea. Pero tú no eres útil a las estrellas...

El hombre de negocios abrió la boca pero no en­contró respuesta y el principito se fue.

Decididamente las personas grandes son extraor­dinarias, se decía para sus adentros durante el viaje.


Extraido de: Saint-Exupéry, A. ; El principito; Ed. Alianza

jueves, octubre 19, 2006

Schopenhauer: voluntad y representación


La filosofía de Arthur Schopenhauer es la gran desconocida e incluso la gran despreciada de la historia de la filosofía del XIX que la presenta como una mera reacción al idealismo hegeliano. A mi juicio el pensamiento de este filósofo alemán es importante, además de por su profunda belleza, por dos razones objetivas: en primer lugar Schopenhauer y su giro copernicano de la ontología occidental (el giro copernicano de Kant fue gnoseológico) nos permiten establecer un perfecto puente entre Kant, y la modernidad en general, y las escuelas de la sospecha de finales del XIX y principios del XX (basta tener en cuenta la deuda que Freud declaró tener con el pensamiento de Schopenhauer). En segundo lugar debemos considerar que si la filosofía del XX es incomprensible sin la figura monumental de F. Nietzsche, esta misma figura es ininteligible si no consideramos su fascinación juvenil por Arthur Schopenhauer y como esa fascinación marcó profundamente su posterior pensamiento.

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lunes, octubre 16, 2006

¿Quien es el terrorista?

Si una imagen vale más que mil palabras ¿cuanto vale una canción?






Esta es la letra en ingles de la canción "Meen erhabe" del grupo de hip hop palestino DAM:

Meen erhabe (Who´s the terrorist)
Who's the terrorist?
I'm the terrorist?!
How am I the terrorist when you've taken my land?
Who's the terrorist?
You're the terrorist!
You've taken everything I own while I'm living in my homeland

You're killing us like you've killed our ancestors
You want me to go to the law?
What for?
You're the Witness, the Lawyer, and the Judge!
If you are my Judge
I'll be sentenced to death
You want us to be the minority?
To end up the majority in the cemetery?
In your dreams!
You're a Democracy?
Actually it's more like the Nazis!
Your countless raping of the Arabs’ soul
Finally impregnated it
Gave birth to your child
His name: Suicide Bomber
And then you call him the terrorist?
You attack me but still you cry out
When i remind you it was you who attacked me
You silence me and shout:
"Don’t they have parents to keep them at home?"
"But you let small children throw stones!"
WHAT?!
You must have forgotten you buried our parents under the rubble of our homes
And now while my agony is so immense
You call me the terrorist?

Who's the terrorist?
I'm the terrorist?
How I am the terrorist
When you've taken my land?!
Who's the terrorist?
You're the terrorist!
You've taken everything I own
while I'm living in my homeland

Why terrorist?! Because my blood is not calm
It's boiling!
Because I hold my head for my homeland
You've killed my loved ones
Now I'm all alone
My parents driven out
But I will remain to shout out
I’m not against peace
Peace is against me
It’s going to destroy me
You don't listen to uor voices
You silence us and degrade us
And who are you?!
And when did you became ruler?
Look how many you've killed
and how many orphans you've created
Our mothers are crying
Our fathers are in anguish
Our land is disappearing
And I'll tell you who you are!
You grew up sported
We grew up in poverty
Who grew up with freedom?
And who grew up in continument?
We fight for Our freedom
But you've made that a crime
And you, the terrorist call me the terrorist!

Who's the terrorist?
I'm the terrorist?
How I am the terrorist
When you've taken my land?!
Who's the terrorist?
You're the terrorist!
You've taken everything I own
while I'm living in my homeland

So when will I stop being a terrorist?!
When you hit me and I turn the other check
How do you expect me to thank
the one who harmed me?!
I tell you what!
You tell me how you want me to be!
Down on my knees with my hands tied up
My eyes to the ground
Surrounding by bodies
Houses destroyed
Families driven out
Our children orphaned
Our freedom chained up
You oppress
You kill
We bury
We'll remain patient
We'll suppress our pain
Most importantly you feel secure
Just relax and leave us all the pain
You see our blood is like that of dogs
NOT EVEN
When dogs die they receive sympathy
So our blood is not as valuable as a dogs
No - My blood is valuable
And I will continue defending myself Even if you call me a terrorist


Esta letra fue obtenida en:
http://piccolomondo.blogspot.com/2005/08/meen-erhabe.html
Sé feliz

jueves, octubre 12, 2006

El terror a la Historia como anhelo de Ser


Hegel afirmaba que en la naturaleza las cosas se repiten basta lo infinito y que «no hay nada nuevo bajo el sol». Todo lo referido hasta ahora confirma la existencia de idéntica visión en el horizonte de la conciencia arcaica: las cosas se repiten hasta lo infinito, y en realidad nada nuevo ocurre bajo el sol. Pero esa repetición tiene un sentido, como lo hemos visto en el capítulo precedente: sólo ella confiere una realidad a los acontecimientos. Los acontecimientos se repiten porque imitan un arquetipo: el Acontecimiento ejemplar. Además, a causa de la repetición, el tiempo está suspendido, o por lo menos está atenuado en su virulencia. Pero la observación de Hegel es significativa por otra razón: Hegel se esfuerza por fundar una filosofía de la historia, en la cual el acontecimiento histórico, aunque irreversible y autónomo, podría sin embargo encuadrarse en una dialéctica aún abierta. Para Hegel, la historia es «libre» y siempre «nueva», no se repite; pero a pesar de todo se conforma a los planes de la providencia: tiene, pues, un modelo (ideal, pero no deja de ser un modelo) aun en la dialéctica del espíritu. A esa historia que no se repite, Hegel opone la «naturaleza», en la que las cosas se reproducen hasta lo infinito.

Pero hemos visto que durante un lapso bastante extenso la humanidad se opuso por todos los medios a la «historia». ¿Podemos sacar en conclusión de todo eso que durante ese período la humanidad permaneció en la naturaleza, sin apartarse de ella? «Sólo el animal es verdaderamente inocente», escribió Hegel al principio de sus Lecciones sobre la Filosofía de la historia. Los primitivos no siempre se sentían inocentes, pero intentaban volverlo a ser por la confesión periódica de sus faltas. ¿Es lícito ver, en esta tendencia a la purificación, la nostalgia del paraíso perdido de la animalidad? ¿O es más bien menester percibir en ese deseo de no tener «memoria», de no registrar el tiempo y de contentarse sólo con soportarlo como una dimensión de la existencia -pero sin «interiorizarlo», sin transformarlo en conciencia-, la sed del primitivo por lo «óntico», su voluntad de ser, como son los seres arquetípicos, cuyas acciones reproduce sin cesar?

El problema es capital y no se puede pretender discutirlo en unas cuantas líneas, pero tenemos motivos para creer que en los «primitivos» la nostalgia del paraíso perdido elimina el deseo de recuperar el «paraíso de la animalidad». Todo lo que sabemos acerca de los recuerdos míticos del «paraíso» nos ofrece, por el contrario, la imagen de una humanidad ideal que goza de una beatitud y de una plenitud espiritual que, en la condición actual del «hombre caído», jamás podrán realizarse. En efecto, los mitos de muchos pueblos hacen alusión a una época muy lejana en la que los hombres no conocían ni la muerte, ni el trabajo ni el sufrimiento, y tenían al alcance de la mano abundante alimento. In illo tempore los dioses descendían a la tierra y se mezclaban con los humanos; por su parte, los hombres podían subir fácilmente al cielo. Como consecuencia de una falta ritual, las comunicaciones entre el cielo y la tierra se interrumpieron y los dioses se retiraron a las alturas. Desde entonces, los hombres deben trabajar para alimentarse y han dejado de ser inmortales.

En consecuencia, resulta más probable que el deseo que experimenta el hombre de las sociedades tradicionales de rechazar la «historia» y de unirse a una imitación indefinida de los arquetipos, delata su sed de realidad y su terror a «perderse» si se dejan invadir por la insignificancia de la existencia profana. Poco importa si las fórmulas y las imágenes, a través de las cuales el «primitivo» expresa la realidad, nos puedan parecer infantiles e incluso ridículas. Lo que es revelador es el sentido profundo del comportamiento primitivo: este comportamiento está dominado por la creencia en una realidad absoluta que se opone al mundo profano de las «irrealidades»; en última instancia, este último no constituye un «mundo» propiamente dicho; es lo «irreal» por excelencia, lo no-creado, lo no-existente: la nada.

Tenemos, pues, derecho a hablar de una ontología arcaica, y sólo teniendo en cuenta esta ontología se llega a comprender -y, por tanto, a no despreciar- el comportamiento, incluso el más extravagante, del «mundo primitivo»; en efecto, este comportamiento responde a un esfuerzo desesperado por no perder el contacto con el ser.

De: Mircea Eliade; El mito del eterno retorno; traducción Ricardo Anaya


lunes, octubre 09, 2006

¿Qué es el sionismo?

Link a

¿Qué es el sionismo?


Qué es el sionismo ( ii )


jueves, octubre 05, 2006

Contrato de maestras ¿1923 o 2006?




He encontrado este “contrato de maestras” de 1923 circulando por la red, en muchas ocasiones en páginas de humor. Me pregunto si ya ha llegado el día en que nos podamos reír de la actitud repugnante reflejada en frases como: “este contrato queda automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa”. Creo que no.

La claridad con que se expresa este contrato nos puede resultar hiriente pero el fondo de sórdida mentalidad machista ¿no subyace en los contratos basuras por semanas de las cajeras de los grandes almacenes que quedan sin renovar al momento que las cajeras dan el menor síntoma de preñez? Lógicamente quien dice cajeras dice limpiadoras, auxiliares de enfermería, camareras etc.

La putrefacta mentalidad que prohíbe en este contrato a las maestras teñirse el pelo ¿No subyace aún en los anuncios en donde se solicita “dependienta con buena presencia”? ¿No subyace esta asquerosa mentalidad en la dificultad que encuentran muchas mujeres y hombres en encontrar trabajo por llevar determinada vestimenta, peinado, adornos corporales etc?

Las formas se han hecho hoy más hipócritas pero el fondo, turbio y miserable, no ha cambiado tanto.

Quizás llegue algún día en el que nos podamos reír de este “contrato de maestras” pero mi corazón me dice que ese día no es hoy.



Sé feliz

lunes, octubre 02, 2006

¿De dónde surge la lógica en la cabeza humana?

¿De dónde surge la lógica en la cabeza humana? Ciertamente de lo ilógico, cuyo imperio originariamente tiene que haber sido inmenso. Pero innumerables seres, que sacaban conclusiones de manera diferente a como nosotros lo hacemos, perecieron. ¡Podría haber sido aún más verdadero! Quien por ejemplo no supo encontrar con la frecuencia suficiente lo “igual”, con referencia a la alimentación o al animal enemigo, quien por lo mismo fue demasiado lento en inferir o demasiado precavido para ello, tenía sólo menos probabilidades de pervivir que quien acertaba rápidamente a descubrir la igualdad en todo lo semejante. Pero esta tendencia preponderante a tratar lo semejante como igual, que es una tendencia ilógica, pues en sí nada es igual, es la que ha dado lugar a todos los fundamentos de la lógica. Del mismo modo, para que surgiera el concepto de sustancia, imprescindible para la lógica, si bien en la realidad no corresponde nada a ese concepto en sentido estricto, tuvo que dejar de verse durante mucho tiempo lo cambiante de las cosas, que no se percibiera. Quienes no veían las cosas exactamente, tenían una ventaja sobre quienes todo lo veían “ en la corriente”. Todo grado elevado de precaución al inferir, toda tendencia escéptica, son ya en sí y para sí un gran peligro para la vida. No se conservaría ningún ser vivo si no estuviese entrañada de manera extraordinariamente fuerte la tendencia contraria, preferir afirmar a suspender el juicio, preferir equivocarse y componer a esperar, preferir emitir un juicio a que sea rigurosamente justificado. La sucesión de pensamientos y consecuencias lógicas en nuestro cerebro actual corresponde a un proceso con una lucha de impulsos, que cada uno por su parte son todos muy ilógicos e injustificados. Nosotros nos damos cuenta generalmente sólo del resultado de la lucha, pues este mecanismo primitivo funciona ahora en nosotros de manera tan rápida y oculta.
F. Nietzsche; La gaya ciencia; traducción de L. Jiménez Moreno.