Cuento taoísta apócrifo
Un renombrado erudito con fama de perspicaz paró al pie del camino en una posada. Al observar unas huellas en la nieve reflexionó así ante el posadero:
“He aquí las huellas de un hombre profundo y valeroso; están en medio del camino y avanzan con rectitud, la hondura de sus huellas denotan el peso de su ciencia y su dignidad. A su lado veo las huellas de los discípulos que le siguen; todos le rodean mientras anda y escuchan sus palabras, no hay tanta hondura en sus huellas pero si perseveran con este maestro alcanzarán el conocimiento. Allí, por último, y al borde del camino, apenas se distinguen las huellas erráticas de un niño, un sólo soplo de aire las ocultará.”
Al escuchar estas palabras el posadero riendo dijo: