lunes, diciembre 22, 2008

Hasta el próximo año

Otro año que se va y ya van unos cuantos con este proyecto. He tenido algo descuidado el blog pero el final de trimestre académico es siempre movido y no he tenido todo el tiempo ni el ánimo que necesitaba para actualizarlo.

Estoy estudiando transformar este proyecto migrar a un servidor propio así que estoy enfrascado aprendiendo a usar el Joomla, espero que a finales de Enero o Febrero pueda dar a luz el nuevo blog, en todo caso llegan la Navidad y con ellas el parón hasta Enero, hasta entonces espero que te lo pases bien estas vacaciones y que el Corte Inglés o los compromisos familiares no te amarguen demasiado la vida.

Ayer fue el solisticio de invierno en el hemisferio norte, para aquellos que no somos ni cristianos ni paganos pero que amamos la luz del sol y la primavera es como la señal de salida de la mejor parte del año y el fin de la oscuridad, de los días breves y de las noches interminables. Felicidades a todos por ello.

Hasta pronto.

Salud

jueves, diciembre 11, 2008

¡Bebe y alégrate porque así serás una vez muerto!


"O como los egipcios, que después de sus banquetes mandaban enseñar a los convidados una gran imagen de la muerte llevada por alguien que gritaba: "¡Bebe y alégrate, porque así serás una vez muerto!". Así que yo también he tomado la costumbre de llevar la muerte no sólo en la imaginación, sino en los labios; no hay nada sobre lo cual me guste más informarme que sobre la muerte de los hombres: qué palabra, qué cara, qué actitud tuvieron; ni pasaje de los libros de historia que más me llame la atención. [...] Si yo fuese hacedor de libros, haría un registro comentado de distintas clases de muerte. Quien enseñase a los hombres a morir, les enseñaría a vivir."

Michel de Montaigne; Ensayos libro I capítulo XX, ed. cit.

jueves, diciembre 04, 2008

Filosofar es aprender a morir

"Dice Cicerón que filosofar no es otra cosa que prepararse para morir. Esto es así porque el estudio y la meditación detraen en cierta medida nuestra alma y, llevándola fuera de nosotros, la fecundan, dejando aparte el cuerpo, lo que a su modo resulta un aprendizaje a semejanza de la muerte; o bien es porque toda la sabiduría y el discurso sobre el mundo se resuelve y acaba en este punto: el enseñarnos a no temer a la muerte. De verdad, o la razón se burla, o no debe tener otro fin que nuestro contento, y todo su esfuerza debe tender en suma a hacernos gozar de la vida a nuestras anchas, como dice la Sagrada Escritura. Todas las ideas sobre el mundo convergen en esto, que el placer es nuestro fin, aunque difieren sobre los medios; de otro modo, se las rechazaría de entrada, porque, a ver: ¿quién escucharía a alguien que estableciera como fin nuestra pena y malestar?"

Michel de Montaigne; Ensayos libro I cap XX, ed. cit.

jueves, noviembre 27, 2008

El cochinillo de Pirrón

"[...] un día que se encontraba en plena tormenta a bordo de un barco, el filósofo Pirrón enseñó como ejemplo a los que veía tan espantados a su alrededor un cerdito, que formaba parte del pasaje, totalmente despreocupado ante la tempestad. ¿Nos atreveremos entonces a decir que este poder de la razón, al que tanto celebramos y por respeto al cual creemos dueños y soberanos de todas las demás criaturas, ha sido puesto en nosotros para nuestro mayor tormento? ¿De qué sirve el conocimiento de las cosas, si nos hace perder el descanso y la serenidad y si nos vuelve peores que el cochinillo de Pirrón? La inteligencia que nos ha sido dada como el más valioso de nuestros bienes, ¿la emplearemos para nuestra ruina, luchando para combatir el designio de la naturaleza y el orden universal de las cosas, que requiere de cada uno que use sus herramientas y medios para lograr su tranquilidad?"
Michel de Montaigne; Ensayos Libro I capítulo XIV ed. cit.

Fragmentos de los Ensayos de Montaigne

La edición empleada en todos estos fragmentos es la de Gredos en su colección Biblioteca Universal con traducción de Marie-José Lemarchand

El cochinillo de Pirrón

Filosofar es aprender a morir


¡Bebe y alégrate porque así serás una vez muerto!

jueves, noviembre 20, 2008

Rememora sin cesar

Rememora sin cesar a los que se indignaron en exceso por algún motivo, a los que alcanzaron la plenitud de la fama, de las desgracias, de los odios o de los azares de toda índole. Seguidamente, haz un alto en el camino y pregúntate: «¿Dónde está ahora todo aquello?». Humo, ceniza, leyenda o ni siquiera leyenda. Acudan al mismo tiempo a tu espíritu todas las cosas semejantes, así por ejemplo, cual fue Fabio Catulino en la campaña, Lucio Lupo en sus jardines, Estertinio en Bayas, Tiberio en Capri, Velio Rufo y, en suma, la superioridad presuntuosa en cualquier asunto. ¡Cuán ruin era todo el objetivo de su esfuerzo y cuanto más propio de sabio es el ser justo, moderado, el ofrecerse simplemente sumiso a los dioses en la materia concedida! Porque la vanidad que se exalta bajo capa de modestia es la más insoportable de todas.

Marco Aurelio; Meditaciones; libro XII párrafo 27


jueves, noviembre 13, 2008

¿Todos enfermos?

[...] no existe ningún comportamiento o persona que un psiquiatra moderno no pueda diagnosticar plausiblemente como anormal o enfermo. En vez de insistir en ello, citaré una serie de criterios -ajustados cuidadosamente a la regla “Cara, yo gano; cruz, tú pierdes”- ofrecidos por un psiquiatra para el hallazgo de problemas psiquiátricos en niños en edad escolar. En un comunicado defendiendo los servicios psiquiátricos en las escuelas, el autor enumera los siguientes tipos de comportamientos como:

“Sintomáticos de una perturbación subyacente más profunda...: 1. Problemas académicos -rendimiento bajo, rendimiento superior a lo normal, comportamiento errático, desigual. 2. Problemas sociales con los hermanos o compañeros -como el niño agresivo, el niño sumiso, el exhibicionista. 3. Relaciones con los padres y con otras personas revestidas de autoridad, tales como comportamiento desafiante, comportamiento sumiso, adulación. 4. Otras manifestaciones del comportamiento, como tics, morderse las uñas, succión del pulgar... e intereses más propios del sexo opuesto (una muchacha demasiado desenvuelta o un muchacho afeminado...” (Sherwin S. Radin, Mental problems in school children, J. of Sch Health, 32: 390-397 (Dec), 1962; p.75)

Desde luego, resulta evidente que no hay un comportamiento infantil que no pueda ser clasificado por un psiquiatra dentro de alguna de las citadas categorías. Clasificar como trayectoria académica patológica el “rendimiento bajo”, el “rendimiento superior a lo normal” o el rendimiento desigual” sería cosa de risa si no fuera tan trágico. Cuando se nos dice que, si un paciente psiquiátrico llega a su cita con antelación, está angustiado; que, si llega con retraso, es hostil y que, si llega puntual, es compulsivo, nos reímos, porque suponemos que se trata de una broma. Pero aquí se nos está diciendo lo mismo con toda seriedad.

Thomas Szasz; La fabricación de la locura; Kairós 2005, pp 53-54

domingo, noviembre 09, 2008

La senda del perdedor


Lo siento este artículo ha migrado a este link

Apuntes para la PAU de Historia de Filosofía en CLM

En los siguientes link podréis encontrar unos artículos que he elaborado para desarrollar mi actividad docente en CLM como profesor de Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato.

De todos los autores que se trabajan obligatoriamente (Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Kant y Nietzsche) hay
tanto un contexto filosófico como algún aspecto relevante de la filosofía del autor en cuestión. Acompañando a Tomás de Aquino, Kant y Nietzsche está otro autor de la época según obliga el temario vigente (2008-2009). Lo único que no hay son disertaciones ya que considero que es una actividad muy personal que aunque yo trabaje en mis clases de poco o nada servirá a quien solo las lee y las repite sin elaborar una opinión propia.

Los contextos y filosofías tanto de Platón como de Aristóteles vienen acompañadas por resúmenes pero en los otros autores no. Esto es así porque en los primeros autores hice artículos demasiado largos que son imposibles de repetir en la PAU así que los resumí para poderlos ubicar en un examen de 90 minutos junto con otras tres preguntas. En los otros autores ya no hice artículos tan largos sino que me amoldé desde un principio a las limitaciones de la PAU.

Filosofía Antigua:

Contexto filosófico de Platón.
Resumen del contexto filosófico de Platón.
La filosofía política de Platón en La República y Las Leyes.
Resumen de la ética y la política de Platón.
Texto PAU de Platón (libro VII de la República PDF).

Contexto filosófico de Aristóteles.
Resumen del contexto filosófico de Aristóteles.
Ética y política de Aristóteles.
Resumen de Ética y política de Aristóteles
Texto PAU de Aristóteles ( capítulos 1 y 2 del libro I de la Política PDF).

Filosofía Medieval y Renacentista:

Contexto filosófico de Tomás de Aquino. (linK)
Debate fe y razón en Tomás de Aquino. (linnk)
Texto PAU de Tomás de Aquino (capítulos 3, 4 y 7 del libro I de la Suma contra gentiles PDF).

El realismo político de Maquiavelo.

Filosofía Moderna y Contemporanea:

Filosofía política de Rousseau. (linl)


Contexto filosófico de Kant (linK)
Ética y política de Kant.
Texto PAU de Kant (capítulo primero de Fundamentación de la Metafísica de las costumbres PDF).


Crítica al capitalismo de Marx

Contexto filosófico de Nietzsche.
Crítica a la sociedad occidental de Nietzsche.
Texto PAU de Nietzsche (prólogo y tratado primero de La genealogía de la moral PDF).


viernes, noviembre 07, 2008

Lo común a todas las cosas

Común a todas las cosas es la fugacidad. Pero tú todo lo rehúyes y persigues como su fuera a ser eterno. Dentro de poco también tú cerrarás los ojos, y otro entonces llorará al que a ti te dio sepultura.

Marco Aurelio; Meditaciones; libro X párrafo 34

domingo, noviembre 02, 2008

Divergencia y desviación en Erving Goffman

El presente artículo pretende resumir y comentar el capítulo cinco titulado “Las divergencias y la desviación” del libro “Estigma” del sociólogo Erving Goffman , autor del que ya hemos tratado en este blog en artículo dedicado ha reseñar su libro "Internados" y el que analicé el proceso de construcción social del yo según el citado autor.

El divergente surge en el mismo momento en el que surge el grupo social; todo grupo social administra una serie de roles a los individuos que forman parte del cuerpo social y cuando alguien no entra en este reparto o no asume su rol con la perfección debida se le considera un divergente. Algo que no analiza Goffman en este capítulo pero que es de fácil deducción al leer la obra del sociólogo canadiense es hasta que punto el divergente y el grupo social no sólo establecen relaciones de oposición sino de mutua interdefinición; el grupo queda cohesionado frente a lo otro y el otro adquiere identidad negativa al desidentificarse del grupo. La historia de la divergencia es la historia del grupo social; pero mientras que en el término divergente no está implícito aún ningún matiz peyorativo en el concepto de desviado entiende Goffman que sí: el desviado sería el divergente que es rechazado por el grupo.
En grupos sociales aislados o pequeños el divergente puede tener un status social alto por el mero hecho de ser divergente ya que su diferencia no tiene porque implicar una reestructuración de roles dentro del complejo social. Por ejemplo, la capacidad de escuchar voces extrañas de un chamán siberiano es un rasgo divergente frente a la vida cotidiana de la tribu; sin embargo, si este rasgo divergente se asocia a un status social diferenciado, a veces claramente “superior”, el resto del grupo social no se ve obligado a asumir como propia esa divergencia por lo que la convivencia social no sería entorpecida en absoluto.
El primer desviado que define Goffman es el “desviado endogrupal”que se desvía de un grupo un grupo social concreto no simplemente de sus normas en conjunto. El tonto del pueblo, el payaso del pelotón o el gracioso de la clase son desviados endogrupales que actúan, en muchas ocasiones como “mascotas” del grupo. A pesar de que recae cierto nivel de marginación sobre el desviado endogrupal también es cierto que si es atacado por miembros ajenos al mismo grupo puede acudir en su ayuda. El desviado endogrupal adquiere un rol especial en los límites del grupo mismo convirtiéndose en símbolo del grupo por su pintoresquismo y en actor de funciones bufonescas. No hay que confundir al desviado endogrupal con el aislado social que aunque interactúa con el grupo no forma parte de él y que en caso de ataque por parte de otros grupos deberá pelear solo.
Otro tipo de divergencia que estudia Goffman es aquella que es representada por individuos que rechazan manifiestamente el estatus social que se les supone y que actúan de forma rebelde ante las instituciones sociales admitidas como fundamentales: la familia, la escuela, los roles sexuales o raciales, el trabajo legítimo full-time, etc. Si el individuo adopta esta posición de rebeldía al orden de los roles sociales de un modo individual recibe el nombre de “excéntrico” o “raro” Si la actividad de rebeldía es colectiva y se centra en ciertos lugares se le denomina “cultista”. De estos divergentes son los que se reúnen en subcomunidades los que denomina Goffman “desviados sociales” que viven una vida colectiva, a los ojos de la sociedad, desviada. Ejemplos de estos desviados sociales pueden ser las prostitutas, delincuentes, miembros de sectas foráneas, homosexuales, etc. En ocasiones los desviados sociales rechazan su lugar ordinario en la sociedad con ostentación; es frecuente que los desviados sociales se sientan orgullosos de su posición marginal y que consideren que su vida sería menos plena si no vivieran dentro de la comunidad desviada. Este orgullo y ostentación de su rol hace que muchos normales rebeldes se adhieran al grupo desviado.
Diferentes a los desviados endogrupales y sociales existen otras dos clases de divergentes que pueden ser, no obstante, conexas a ellos. En primer lugar, están los miembros de la minorías étnicas o raciales con posiciones sociales desventajosas que trasmiten sus tradiciones hereditariamente y que por lo tanto portan algún rasgo distintivo frente al grueso de la sociedad normal; estos grupos minoritarios exigen muestra de lealtad explícita entre ellos. Un ejemplo de estas minorías en España pueden ser los gitanos.
En segundo lugar, están aquellos miembros de las clases bajas que de forma bastante evidente llevan marcas de su estatus. No hay que pensar que hablamos de clases delincuenciales sino clases trabajadoras económicamente débiles. Las marcas de estatus pueden ser el lenguaje, la forma de vestir, la apariencia, etc. Existen multitud de ejemplo de esta clase divergente en el humor basado en estereotipos. El estereotipo del “gañan” o del “cateto” cae dentro de esta divergencia; la pronunciación errónea de ciertas palabras, v. gr. “asandía”, “cocreta”, “ambondiga”, “amoto”,etc., también son signos distintivos en ciertas partes de España de un nivel socio cultural bajo.
Desgraciadamente estas cuatro clases, desviados endogrupales y sociales, minorías etno-raciales y miembros desfavorecidos con marcas distintivas de estatus, pueden sufrir, según Goffman, estigmatización por parte de la sociedad sin ser, sensu estricto, estigmatizados. En la sociedad moderna al ser obligada la interacción pública con elementos muy dispares del cuerpo social se producen fricciones con estos grupos que antes eran evitables y menos evidentes. Muchos de los miembros de los grupos etno-raciales minoritarios o con marcas de estatus económico bajo para evitar la estigmatización prefieren agruparse y vivir en comunidades más o menos cerrada; produciéndose así la guetificación y el reforzamiento de los rasgos distintivos. Si esto es algo positivo que permite que nuestra sociedad tan uniformada se heretogeinice o algo negativo que refuerza el aislamiento social de las minorías es algo difícil de determinar.

Sé feliz

jueves, octubre 30, 2008

Cuando tropieces con la desvergüenza

"Siempre que tropieces con la desvergüenza de alguien, de inmediato pregúntate: «¿Puede realmente dejar de haber desvergonzados en el mundo?» No es posible. No pidas, pues, imposibles, porque ése es uno de aquellos desvergonzados que necesariamente debe existir en el mundo. Ten a mano también esta consideración respecto a un malvado, a una persona desleal y respecto a todo tipo de delincuente. Pues, en el preciso momento que recuerdes que la estirpe de gente así es imposible que no exista, serás más benévolo con cada uno en particular. Muy útil es también pensar en seguida qué virtud concedió la naturaleza al hombre para remediar esos fallos. Porque le concedió, como antídoto, contra el hombre ignorante, la mansedumbre, y contra otro defecto, otro remedio posible. Y, en suma, tienes posibilidad de encauzar con tus enseñanzas al descarriado, porque todo pecador se desvía y falla su objetivo y anda sin rumbo. ¿Y en qué has sido perjudicado? Porque a ninguno de esos con los que te exasperas, encontrarás, a ninguno que te haya hecho un daño tal que, por su culpa, tu inteligencia se haya deteriorado. Y tu mal y tu perjuicio tienen aquí toda su base. ¿Y qué tiene de malo o extraño que la persona sin educación haga cosas propias de un ineducado? Procura que no debas inculparte más a ti mismo por no haber previsto que ése cometería ese fallo, porque tú disponías de recursos suministrados por la razón para cerciorarte de que es natural que ése cometiera ese fallo; y a pesar de tu olvido, te sorprendes de su error. Y sobre todo, siempre que censures a alguien como desleal o ingrato, recógete en ti mismo. Porque obviamente tuyo es el fallo si has confiado que tenía tal disposición, que iba a guardarte fidelidad, o si, al otorgarle un favor, no se lo concediste de buena gana, ni de manera que pudiese obtener al punto de tu acción misma todo el fruto. Pues, ¿qué más quieres al beneficiar a un hombre? ¿No te basta con haber obrado conforme a tu naturaleza, sino que buscas una recompensa? Como si el ojo reclamase alguna recompensa porque ve, o los pies porque caminan. Porque, al igual que estos miembros han sido hechos para una función concreta, y al ejecutar ésta de acuerdo con su particular constitución, cumplen su misión peculiar, así también el hombre, bienhechor por naturaleza, siempre que haga una acción benéfica o simplemente coopere en cosas indiferentes, también obtiene su propio fin."

Marco Aurelio; Meditaciones; libro IX párrafo 42

lunes, octubre 27, 2008

La maravillosa vida breve de Oscar Wao (Junot Díaz)

Como he dejado claro en alguna que otra reseña no he sido hasta ahora un lector de autores “actuales”. Como cualquier lector la lista de libros “pendientes de leer” es enorme y entre tanto libro acumulado los clásicos suelen pesar mucho en número y calidad. Estoy abriendo mi actividad lectora a la narrativa actual, aunque por supuesto sin olvidar lo añejo, y el encontrarme con la obra que reseño hoy, “La maravillosa vida breve de Óscar Wao” de Junot Díaz, me hace comprender que es una apertura positiva. Por que si no hoy en un futuro de diez a veinte años esta obra, si mucho no me equivoco, será un clásico.

Los personajes son dominicanos, latinos, emigrados a los USA, el lenguaje de la novela es, por lo tanto, una suerte de spanglish o de criollo en donde las palabras inglesas se españolizan y las expresiones españolas se americanizan. Sin conocer el original se comprende la dificultad de la traducción que tan valientemente realiza la cubana Achy Obejas. Expresiones como jeva, papichulo, fuking o nerd perlan toda la obra que al principio puede dificultarse por el uso de estas palabras exóticas pero a las que el lector pronto se habitúa.

Óscar Wao es hijo de una mujer horrible, negro, dominicano, obeso y lo peor de todo, obsesionado con la cultura de la ciencia ficción, la fantasía y el rol; es lo que en los EE.UU. llaman un nerd y lo que en España denominaríamos como friki. El amor a Tolkien, Akira, Dune o Lovecraft que siente el personaje es sólo comparable con su deseo de perder la virginidad y su odio a cualquier ejercicio físico. Se ha comparado este personaje con el Ignatius J. Reilly de “La conjura de los necios” sin embargo, aunque las similitudes son muchas, en la obra de Toole el humor es la nota predominante en las andanzas de su personaje y sólo saber el triste fin de su autor empaña esta comicidad; en la obra de Junot, por el contrario, las desventuras de Wao siempre están teñidas por el dramatismo de su búsqueda, la conciencia constante de su frustración, su deseo fracasado de perder la virginidad y el desamor que tiñe todas sus relaciones familiares. El mérito de Junot es esconder tras este deseo simplista de sexo el deseo más profundo de Óscar, el deseo profundo de ser amado; esa búsqueda del amor que tanto le cuesta a nuestro héroe a lo largo de toda la novela, impedida por un poderosa poderosa maldición o fukú que afecta a tres generaciones de la familia de Wao, cohesiona toda la obra y la apuntala con un sublime final.

Entre las vicisitudes de Wao Junot también narra las desventuras de la madre y los abuelos maternos de Óscar; la terrible República Dominicana de Trujillo con su corrupción y su violencia sirven de justo contrapunto a la tristeza densa de la narración principal. La búsqueda de Beli, la madre de Wao, es la misma que la de su hijo, solo que a ella el dolor, en vez de llevarla por la senda de la amargura, le llevó por la senda de la crueldad; la dulce y insumisa niña de los primeros compases del libro se convierte por obra y gracia del sufrimiento y del desamor en una ogresa insensible incapaz de ningún sentimiento medianamente noble. Un libro que no defrauda al lector avalado por varios premios y del que dejo aquí un fragmento en el que se puede apreciar el curioso lenguaje del que hace uso Junot:


“Óscar, Lola le advirtió en varias ocasiones, te vas a morir virgen a menos que comiences a cambiar.

¿No crees que lo sé? Otros cinco años así y te apuesto que alguien trata de ponerle mi nombre a una iglesia.


Córtate el pelo, deshazte de esos espejuelos, haz ejercicio. Y bota esas revistas pornográficas. Son repugnantes, incomodan a Mami, y nunca te van a ayudar a levantar a una muchacha.


Consejos sanos que a fin de cuentas no adoptó. Intentó un par de veces hacer ejercicio, elevaciones de piernas, abdominales, dar vueltas a la manzana de madrugada, ese tipo de cosas, pero se percataba de que todos los demás varones tenían novias y se desesperaba, y volvía otra vez a sumirse en sus Penthouse, en el diseño de calabozos para sus juegos de rol, y en la autocompasión.

Parece que soy alérgico a la actividad. Y Lola dijo: Ja, me parece más bien que eres alérgico a todo tipo de esfuerzo.


No hubiera sido una existencia tan terrible de haber sido Paterson y sus alrededores como Don Bosco o como esas novelas feministas de ciencia ficción de los años setenta que había leído a veces: zonas vedadas a los hombres. Paterson, sin embargo, significaba jevas de la misma manera que NYC significaba jevas, y de la mismita manera que Santo Domingo significaba jevas. Paterson tenía muchachas loquísimas y si esas no te parecía que estaban lo suficientemente buenas, entonces, cabrón, solo era cuestión de seguir pal sur, a Newark, Elizabeth, Jersey City, las Oranges, Union City, West New York, Weehawken, Perth Amboy –una franja urbana que todo el mundo conocía como Negrápolis. En otras palabras, estaba rodeado por todas partes de hembras caribeñas e hispanoparlantes.

Ni siquiera se podía esconder en su propia casa; las amigas de su hermana siempre estaban presentes, como huéspedes permanentes. Cuando estaban cerca, Óscar no necesitaba las Penthouse. Las amigas de Lola no eran tan inteligentes pero estaban requetebuenas: la clase de jevitas latinas que solo salían con morenos musculosos o latino cats que guardaban armas de fuego en la casa. Todas eran miembros del equipo de voleibol, altas y en buena forma, y cuando salían a correr parecían el equipo de campo y pista de un paraíso terrorista. Eran las ciguapas del condado de Bergen: la primera era Gladys, que siempre se quejaba de tener las tetas demasiado grandes, porque de haber sido más pequeñas, quizá sus novios hubieran sido normales; Marisol, que terminaría en el MIT y odiaba a Óscar, pero que era la que a él más le gustaba; Leticia, acabadita
de bajar de la yola, mitad dominicana y mitad haitiana, esa mezcla especial que el gobierno dominicano jura que no existe, y que hablaba con un acento más que pronunciado, ¡una muchacha tan buena que se había negado a acostarse con tres novios consecutivos! No hubiera sido tan terrible si estas jevitas no hubieran tratado a Óscar como al guardia sordomudo del harén, dándole órdenes, mandándolo a hacer todas sus diligencias, riéndose de sus juegos y de su apariencia. Y, para colmo, hablando con todo lujo de detalles de sus vidas sexuales, como si él no existiera. Sentado en la cocina, con el último número de la revista Dragon en sus manos, les gritaba: Si no se han dado cuenta, hay un ser humano masculino presente.

¿Dónde?, Marisol decía con indiferencia. Yo no lo veo.


Y cuando se quejaban de que a los muchachos latinos solo les gustaban las blancas, siempre se ofrecía: A mí me gustan las hispanas. A lo que Marisol siempre respondía con muchísima condescendencia, Bárbaro, Óscar, bárbaro, salvo que no hay una hispana que quiera salir contigo.

Déjalo tranquilo, le contestaba Leticia. Yo creo que eres muy simpático, Óscar.


Ay, sí, por supuesto, decía Marisol, riéndose y volteando los ojos. Tú verás que ahora escribe un libro sobre ti.


Estas eran las Furias de Óscar, su panteón personal, las muchachas con quienes más soñaba, las que se imaginaba cuando se hacía la paja y a las que, con el tiempo, empezó a incluir en sus historias. En sus sueños siempre las estaba salvando de extraterrestres o había vuelto al barrio, rico y famoso –¡Es él! ¡El Stephen King dominicano!–, y entonces Marisol aparecería, llevando cada uno de sus libros para que él los firmara. Por favor, Óscar, cásate conmigo. Óscar, haciéndose el papichulo: Lo siento, Marisol, yo no me caso con putas ignorantes (pero, bueno, por supuesto que lo haría). Todavía miraba a Maritza de lejos, convencido de que algún día, cuando cayeran las bombas nucleares (o estallara la peste o invadieran los trípodes) y la civilización desapareciera, la rescataría de una ganga de espíritus necrófagos que irradiaban luz y juntos atravesarían una América devastada en busca de un mañana mejor. En estos ensueños apocalípticos (que había comenzado a anotar) él siempre era una especie de Doc Savage aplatanado, un supergenio que combinaba una maestría de talla mundial en las artes marciales con un dominio letal de las armas de fuego. No era poco para un muchacho que jamás en su vida había disparado con un rifle de aire, lanzado un piñazo o alcanzado más de la mitad de los puntos necesarios en las pruebas para entrar a la universidad.”

Junot Díaz; La maravillosa vida breve de Óscar Wao; Editorial Mondadori, pp. 36-38.

Sé feliz

viernes, octubre 24, 2008

Instrúyelos o sopórtalos

Los hombres han nacido los unos para los otros. Instrúyelos o sopórtalos.

Marco Aurelio; Meditaciones; libro VIII párrafo 59

domingo, octubre 19, 2008

El desierto de los tártaros de Dino Buzzati


El oficial Giovanni Drogo recién salido de la academia militar es destinado a la inhóspita fortaleza Bastiani, alejada de la civilización y sólo rodeada de ásperas montañas; sin embargo domina la visión de un desierto sobre el que pesa la amenaza, siempre inminente, de los tártaros. Los extraños ritos, costumbres y sueños de unos hombres exiliados de la vida común encadenan al joven oficial poco a poco y la esperanza de una batalla que nunca llega va llenando la vida de Drogo junto con monotonías acumuladas durante años de vida marcial.

Al leer esta obra maestra me pregunté como ha sido posible ignorar esta novela durante tanto tiempo; existen obras maestras siempre a la espera de cualquier lector, que ha oído hablar de ellas y posterga su lectura de año en año pero encontrar joyas clásicas desconocidas como “El desierto de los tártaros” de Dino Buzzati (1906-1972) es un placer que me recuerda a mis primeros años de lector en donde sin saber a lo que me enfrentaba descubría a Borges o a Márquez.

La obra de Buzzati tiene un ritmo lento pero es el ritmo preciso para la acción que narra: una vida desperdiciada, un joven que deja ir la vida, el tiempo de cada día como se deja ir el agua por el desagüe de la ducha, sin mostrar condescendencia ni cuidado. Frente a interpretaciones más profundas mi visión de la novela es la que he dicho: una narración de una vida perdida. La fortaleza con su mecánica precisa y sus sueños baldíos van atrapando a Drogo pero ¿acaso no hemos quedado atrapados nosotros también entre esperanzas muertas y seguridades paralizantes? El trabajo de toda la vida, la mujer que amaremos hasta la muerte, la ideología de la que ya no dudamos... ¿no forman aquí y ahora las fortalezas Bastianis en que nos hemos atrapado nosotros mismos?

Al iniciar la novela uno ya sabe que Drogo será seducido por el canto de sirena del fuerte, es obvio, y esa obviedad no puede dejar de producir angustia en el lector que quería avisar al oficial, que quería decirle que queda mucha vida por vivir y que merece la pena vivirla lejos de la seguridad que domará nuestra alma... pero ¿es a Drogo a quien queremos advertir o es a nosotros mismos?

Fuertemente influenciado por Kafka Buzzati narra también la degradación de las relaciones humanas cuando el orden riguroso, la jerarquía y la frialdad sustituyen las relaciones espontáneas de los hombres entre sí. La rígida vida en la fortaleza convierte a los hombres en engranajes ordenados de un todo cuyo fin se nos escapa, la racionalidad que impera en la fortaleza al carecer de un fin definido se torna irracionalidad... quizás sea también una correcta metáfora de la degeneración de las relaciones humanas en la sociedad tecnológica burocratizada. Pego aquí un fragmento de la obra que muestra con la parquedad de palabras propia del autor esta subordinación deshumanizante de lo humano a lo normativo.

"Un centinela montaba guardia precisamente sobre la puerta de entrada. En la penumbra vio dos figuras negras que se adelantaban por la grava. Estarían a unos doscientos metros. No hizo mucho caso, pensó que sufría una alucinación; muchas veces, en los lugares desiertos, tras estar mucho tiempo a la espera, se acaba descubriendo, incluso en pleno día, perfiles humanos que se deslizan entre las matas y las rocas, se tiene la impresión de que alguien nos está espiando, y después se va a ver que no hay nadie.

El centinela, para distraerse, miró a su alrededor, hizo, un ademán de saludo a un compañero, de centinela a unos treinta metros más a la derecha, se ajustó el pesado gorro que le apretaba en la frente, después volvió los ojos a la izquierda y vio al sargento primero Tronk, inmóvil, que lo miraba severamente.

El centinela se recobró, miró ante sí, vio que las dos sombras no eran un sueño, ya seencontraban próximas, estarían apenas a unos sesenta metros: un soldado y un caballo,concretamente. Entonces embrazó el fusil, preparó el gatillo para disparar, se atiesó en el gesto repetido cientos de veces en la instrucción. Después gritó:

—¿Quién va? ¿Quién va?


Lazzari era soldado desde hacía poco tiempo, ni remotamente pensaba en que sin la contraseña no habría podido volver. A lo sumo temía un castigo por haberse alejado sin permiso; aunque, quién sabe, quizá el coronel le perdonase por obra del caballo recuperado: era un animal bellísimo, un caballo de general.


Sólo faltaban unos cuarenta metros. Las herraduras del cuadrúpedo resonaban en las piedras, era casi noche cerrada, se oyó un lejano sonido de corneta.

—¿Quién va? ¿Quién va? —repitió el centinela. Una vez más, y después tendría que disparar.


Un repentino malestar había asaltado a Lazzari ante la primera llamada del centinela. Le parecía muy raro, ahora que se encontraba personalmente metido, oírse interpelar de ese modo por un compañero, pero se tranquilizó con el segundo «¿quién va?», porque reconoció la voz de un amigo, precisamente de su misma compañía, a quien llamaban en confianza el Moreno.

—¡Soy yo, Lazzari! —gritó—. ¡Manda al jefe del piquete que me abra! ¡He cogido el caballo! Y que no se den cuenta, ¡porque me meten un puro!

El centinela no se movió. Con el fusil embrazado, estaba inmóvil, tratando de retrasar lo más posible el tercer «¿quién va?» Quizá Lazzari se daría cuenta por sí solo del peligro, retrocedería, quizá podría sumarse al día siguiente a la guardia del Reducto Nuevo. Pero Tronk, a pocos metros, lo miraba severamente.
Tronk no decía ni una palabra. Ora miraba al centinela, ora a Lazzari, por culpa del cual probablemente le castigarían. ¿Qué significaban sus miradas? El soldado y el caballo ya no distaban más de treinta metros; esperar aún habría sido imprudente. Cuanto más se acercaba Lazzari, más fácil sería acertarle.

—¿Quién va? ¿Quién va? —gritó por tercera vez el centinela.

Y en su voz subyacía como una advertencia privada y antirreglamentaria. Quería decir: «Retrocede mientras estás a tiempo. ¿Quieres que te maten?» Y finalmente Lazzari comprendió, recordó como en un relámpago las duras leyes de la Fortaleza, se sintió perdido. Pero en lugar de huir, quién sabe por qué, soltó las riendas del caballo y se adelantó solo, invocando con voz aguda:

—¡Soy yo, Lazzari! ¿No me ves? ¡Moreno, eh, Moreno! ¡Soy yo! Pero ¿qué haces con el fusil? ¿Estás loco, Moreno?


Pero el centinela ya no era el Moreno, era simplemente un soldado de cara adusta que ahora alzaba lentamente el fusil, apuntando a su amigo. Había apoyado el arma en el hombro y con el rabillo del ojo echó un vistazo al sargento primero, invocando silenciosamente un gesto de que lo dejara. Pero Tronk seguía inmóvil y lo miraba severamente.

Lazzari, sin volverse, retrocedió unos pasos tropezando con las piedras.

—¡Soy yo, Lazzari! —gritaba—. ¿No ves que soy yo? ¡No dispares, Moreno!

Pero el centinela ya no era el Moreno, con quien todos sus camaradas bromeaban libremente, era sólo un centinela de la Fortaleza, con uniforme de paño azul oscuro con banderola de cuero, absolutamente idéntico a todos los demás de la noche, un centinela cualquiera que había apuntado y ahora apretaba el gatillo. Sentía en los oídos un estruendo y le pareció oír la voz ronca de Tronk: «¡Apunta bien!», aunque Tronk no había resollado.

El fusil lanzó un pequeño relámpago, una minúscula nubécula de humo, incluso el disparo no pareció gran cosa en el primer momento, pero después fue multiplicado por los ecos, rebotó de muralla en muralla, se quedó mucho tiempo en el aire, muriendo en un lejano murmullo como de trueno.

Ahora que había cumplido con su deber, el centinela dejó el fusil en el suelo, se asomó por el parapeto, miró hacia abajo esperando no haber acertado. Y en la oscuridad le pareció, en efecto, que Lazzari no había caído.

No, Lazzari estaba aún de pie, y el caballo se le había acercado. Después, en el silencio dejado por el disparo, se oyó su voz, y con qué desesperado sonido:

—¡Oh, Moreno! ¡Me has matado!

Eso dijo Lazzari, y se dobló lentamente hacia adelante. Tronk, con rostro impenetrable, aún no se había movido, mientras una confusión bélica se propagaba por los meandros de la Fortaleza.”

Dino Buzzati; El desierto de los tártaros; Alianza Editorial 2007, pp. 103-107

Sé feliz

jueves, octubre 16, 2008

La perfección moral

La perfección moral consiste en esto: en pasar cada día como si fuera el último, sin convulsiones, sin entorpecimientos, sin hipocresías.

Marco Aurelio; Meditaciones; lib. VII párrafo 69

domingo, octubre 05, 2008

La fabricación de la locura (y ii): el canibalismo existencial

“El principio vital para el animal predador que habita en la selva es: matar o ser muerto. Para el predador humano que habita en la sociedad, este principio es: estigmatizar o ser estigmatizado”

Thomas Szasz; La fabricación de la locura; Kairós 2005, p. 278

link a la continuación del artículo...

jueves, octubre 02, 2008

Todas las cosas se hallan entrelazadas

Todas las cosas se hallan entrelazadas entre sí y su común vínculo es sagrado y casi ninguna es extraña a la otra, porque todas están coordinadas y contribuyen al orden del mismo mundo. Que uno es el mundo, compuesto de todas las cosas; uno el dios que se extiende a través de todas ellas, única la sustancia, única la ley, una sola la razón común de todos los seres inteligentes, una también la verdad, porque también una es la perfección de los seres del mismo género y de los seres que participan de la misma razón.

Marco Aurelio; Meditaciones; lib. VII párrafo 9

domingo, septiembre 28, 2008

La fabricación de la locura ( i ): brujería y locura

El libro de Thomas Szasz (1920-) La fabricación de la locura junto con El mito de la enfermedad mental la obra más famosa del autor. En La fabricación de la locura Szasz trata de mostrar como el estigma de la locura vino a sustituir el estigma de la brujería...

enlace al artículo

jueves, septiembre 25, 2008

El orgullo es un terrible embaucador de la razón

Al igual que se tiene un concepto de las carnes y pescados y comestibles semejantes, sabiendo que eso es un cadáver de pez, aquello cadáver de un pájaro o de un cerdo; y también que el Falerno es zumo de uva, y la toga pretexta lana de oveja teñida con sangre de marisco [...] De igual modo es preciso actuar a lo largo de la vida entera, y cuando las cosas te dan la impresión de ser dignas de crédito en exceso, desnúdalas y observa su nulo valor, y despójalas de la ficción, por la cual se vanaglorian. Pues el orgullo es un terrible embaucador de la razón, y cuando piensas ocuparte mayormente de las cosas serias, entonces, sobre todo, te embauca. 


Marco Aurelio; Meditaciones; libro VI párrafo 13


Sé feliz

domingo, septiembre 21, 2008

El miedo a la libertad (y iii): libertad y democracia

“Nos sentimos orgullosos de no estar sujetos a ninguna autoridad externa, de ser libres de expresar nuestros pensamientos y emociones, y damos por supuesto que esta libertad garantiza —casi de manera automática— nuestra individualidad. El derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios; la libertad de la autoridad exterior constituirá una victoria duradera solamente si las condiciones psicológicas íntimas son tales que nos permitan establecer una verdadera individualidad propia. ¿Hemos alcanzado esta meta o nos estamos, por lo menos, aproximando a ella?”
E. Fromm; El miedo a la libertad; Paidós Contextos 2006 p. 248

De este modo comienza Fromm el último capítulo de su libro “El miedo a la libertad” en el que analiza la relación entre la libertad y la democracia. Aunque el la democracia parezca que los individuos podemos hacer lo que queramos siempre que no interfiramos en la convivencia Fromm se pregunta si realmente queremos lo que queremos, somos libres de hacer lo que queremos pero ¿somos también libres de querer lo que queremos? ¿Hasta que punto la sociedad democrática permite el pleno desarrollo de la voluntad del individuo, hasta que punto esta voluntad no está condicionada por la misma sociedad que parece tan liberada?

El proceso de represión de los sentimientos y pensamientos espontáneos empieza muy tempranamente, desde la iniciación del aprendizaje. Aunque Fromm no niega la necesidad puntual de reprimir la espontaneidad infantil para la socialización del niño, en muchas ocasiones se olvida que esa represión es un medio para la socialización pero no el fin mismo del proceso educativo. Un sentimiento normal del niño es el de aversión hacia el mundo externo y hacia otras personas pero desde las instancias educativas (padres, familiares, escuela...) se intenta que el niño quiera a todos los visitantes, familiares, cuidadores, etc. de este modo el niño sólo es maduro cuando es capaz de reprimir e incluso de eliminar sus sentimientos de aversión. De esta manera el niño aprende, igualmente, a ser simpático con todo el mundo y lo que la educación en la infancia no puede conseguir al final lo logrará la presión de la sociedad. El ser amistoso, simpático y feliz se transformarán en respuestas que el sujeto cuando haya terminado su proceso de socialización dará automáticamente como un interruptor que se enciende y se apaga. En ocasiones el individuo se dará cuenta del carácter externo de estos sentimientos pero en muchas ocasiones es seguro que perderá la capacidad de discernir sus sentimientos auténticos de sus pseudosentimientos. Los sentimientos son reprimidos y redirigidos hacia lo socialmente aceptable, esta represión explica la demanda sentimentaloide que satisfacen las películas o la música mal llamada romántica. La normalidad psicológica es mediocridad sentimental y la expresión de sentimientos auténticos una anomalía.

Un sentimiento que es especialmente reprimido en la democracia es el sentido de lo trágico, la certeza de la fragilidad del hombre y de su propia finitud. La muerte se ha transformado en un tema tabú y se esconde ya no sólo la muerte sino también su antesala: la vejez. De este modo se le arrebata al hombre aquello que daba mayor profundidad a su vida y a sus sentimientos de solidaridad con los otros hombres. Si la vida es algo que merece ser vivido a cada instante de manera plena es la seguridad de su finitud pero al quedar reprimida la muerte la vida nos muestra su perfil más romo y superficial. Sin embargo, como todos los sentimientos reprimidos la muerte vuelve a aparecer con una siniestra cara en nuestras pesadillas de felices hombres superficiales pero ahora ya, al haberse reprimido, carece de fertilidad y la muerte se nos muestra como terrible final de una vida inane e insustancial.

La conducta de insinceridad – a veces no intencionada- de los padres hacia sus hijos desalienta también el pensamiento independiente en el niño. La obsesión por la información (datos) que tiene el sistema educativo en vez de por el conocimiento (estructuras significativas) es otro lastre importante para el desarrollo del pensamiento espontáneo del niño. Hijo de esta concepción meramente informativa de la educación es el relativismo que considera que todo pensamiento vale y que por lo tanto carece de sentido realizar el esfuerzo de construirse una interpretación del mundo propia y personal. El relativismo y el culto a la información consiguen que el niño carezca de una visión estructurada del mundo de lo que la televisión o Internet hoy en día son en gran parte responsables: tras la noticia del bombardeo y muerte de cientos de personas en Irak se anuncia un producto dietético o una marca de condones sin solución de continuidad. Meros datos desunidos irrumpen en nuestra cabeza dejándonos incapaces de valorarlos o jerarquizarlos: indiferencia y chatedad de miras son los rasgos del hombre democrático contemporáneo.

De esta manera el hombre moderno ha perdido la capacidad para mostrarse tal cual es y se ha convertido en un autómata que cree ser libre; esta pérdida del yo ha aumentado la necesidad de conformismo social con la que intentamos ahuyentar las dudas sobre nuestra propia identidad.  Pero detrás de una aparente satisfacción y optimismo el hombre moderno oculta una profunda infelicidad y desesperación, hambriento de vida pero incapaz de saborearla acepta como sucedáneo cualquier cosa que pueda causar una excitación pasajera, sustituta de la verdadera alegría de vivir, como bebidas, deportes o identificación con personajes ficticios de la televisión.

Sólo gracias a la actividad espontánea podrá el hombre moderno sobreponerse a la desesperación y recuperar el sentido de vivir. Mediante la actividad espontánea el hombre evitará la soledad pero no tendrá que pagar el precio de perder su personalidad. El amor como relación libre y no como imposición o subordinación permite al hombre relacionarse con los otros en plenitud, manifestando su ser de manera propia y satisfaciendo, a la vez, su necesidad de relacionarse con otros hombres. El trabajo creador, como manifestación de la propia personalidad en el mundo objetivo funciona también como medio de autorealización; no se refiere Fromm al trabajo alienante y embrutecedor al que tantos estamos acostumbrados sino a ese trabajo-arte que toda la tradición intelectual marxista ha estado reivindicando desde sus inicios. Mediante el trabajo creador y el amor el hombre encuentra que la vida tiene su significado en sí misma, en el propio acto de vivirla. Pero no nos engañemos, las democracias burguesas han creado un mundo deshumanizado desensibilizado y en donde la anormalidad de la conformidad es la normalidad social que se propugna, defiende y persigue. Si el carácter fascista adoptaba mecanismos de evasión autoritarias el carácter democrático del hombre actual se evade de su libertad a través del mecanismo de la conformidad automática. ¿Es posible que la felicidad no sea, como lo es hoy, la meta de unos pocos privilegiados, soñadores o excéntricos? ¿Es posible la socialización de la felicidad, el fin de esta sociedad patológica?

“Tan sólo si el hombre logra dominar la sociedad y subordinar el mecanismo económico a los propósitos de la felicidad humana, si llega a participar activamente en el proceso social, podrá superar aquello que hoy lo arrastra hacia la desesperación: su soledad y su sentimiento de impotencia. Actualmente el hombre no sufre tanto por la pobreza como por el hecho de haberse vuelto un engranaje dentro de una máquina inmensa, de haberse transformado en un autómata, de haber vaciado su vida y haberle hecho perder todo su sentido. La victoria sobre todas las formas de sistemas autoritarios será únicamente posible si la democracia no retrocede, asume la ofensiva y avanza para realizar su propio fin, tal como lo concibieron aquellos que lucharon por la libertad durante los últimos siglos. Triunfará sobre las fuerzas del nihilismo tan sólo si logra infundir en los hombres aquella fe que es la más fuerte de las que sea capaz el espíritu humano, la fe en la vida y en la verdad, la fe en la libertad, como realización activa y espontánea del yo individual.”
ed. cit. pp 279-280

Artículos relacionados:



Sé feliz

miércoles, septiembre 17, 2008

La calidad de la educación

Vía menéame leo este interesante artículo que se pregunta sobre las causas del fracaso del actual sistema educativo. Bueno, cuando hablemos de fracaso debemos de entender que nos referimos, en concreto, a las bajas calificaciones que obtiene España en el informe PISA; informe que, por cierto, algunas comunidades no realizan vaya usted a saber por qué.
Es grato comprobar que lo que ya expresé en otra ocasión se vea confirmado por personas ajenas al sistema educativo: una parte importante de responsabilidad recae sobre los docentes. Y eso es bueno, es bueno porque si los docentes somos parte del problema también somos parte de la solución y aunque sé que es más fácil ir llorando por las salas de profesores y las cantinas de los institutos quejándonos de que los alumnos no tienen nivel, de que los padres no educan a sus hijos, de que la legislación educativa es mala o de que esto en mis tiempos no pasaba; aunque, repito, reconozco que esto es más fácil también se me reconocerá que es más esperanzador pensar que con trabajo y voluntad podemos aprender a ser mejores profesores y así enseñar conocimientos útiles a nuestros alumnos. Pensar esto último, ahora tengo ya que reconocerlo, es más esperanzador pero más difícil... implica trabajo y autocrítica nada más y nada menos.
Que uno de los problemas de la educacion es el profesorado ya no hay nadie que lo dude ahora yo pregunto ¿y que podemos hacer con el cuerpo de docentes de segundaria? ¿qué podemos hacer para las 30 horas semanales que pasan los alumnos en el instituto sean provechosas? si nos preocupa tanto el "nivel" de nuestros alumnos ¿qué podemos hacer para subir el "nivel" de los docentes y el "nivel" de sus clases no tan magistrales? Dejo la pregunta abierta, me gustaría tener las respuestas claras pero no es así.

Sé feliz

domingo, septiembre 14, 2008

El miedo a la libertad (ii): los mecanismos de evasión

En el artículo anterior sobre este tema expuse como, según Fromm en su libro "El miedo a la libertad", el hombre desde su infancia va desarrollando su individualidad conquistando paulatinamente una mayor libertad. Sin embargo el desarrollo de la libertad se veía entorpecido por múltiples causas que frustraban al sujeto en su evolución y le obligaban a huir de la angustia y de la soledad a través de mecanismos de evasión. En este post analizaré el funcionamiento de estos mecanismos de evasión.

El sujeto que cae en mecanismos de evasión podemos considerarlo psicológicamente anormal pero ¿qué es la controvertida "normalidad psicológica" a ojos de Fromm? Sin que nos percatemos de ello solemos trabajar con dos conceptos de normalidad psiquiátrica. Por una parte una persona será considerada normal desde una perspectiva social cuando es capaz de desempeñar el papel que le corresponde dentro de la sociedad en cuestión; por otro lado desde la perspectiva del individuo consideramos normal a aquella persona que desarrolla sus potencialidades en un grado alto y es feliz.

Como es extraño que una sociedad permita a todos los individuos el desarrollo pleno de sus potencialidades es frecuente que ambas definiciones de normalidad no coincidan e incluso sean contradictorias. Una mujer independiente y libre en el medioevo podía ser considerada una anormal y ser llevada a la hoguera por el simple hecho de buscar su propio autodesarrollo; pensemos también en ciertos colectivos sociales que por el simple hecho de su nacimiento, orientación sexual o creencia eran marginados y estigmatizados por las estructuras sociales imperantes como anormales. Pongamos el ejemplo de un carcelero nazi en un campo de trabajos forzados, en este caso la normalidad social es sinónimo de normalidad humana; en esta situación ¿qué carcelero sería más normal desde el punto de vista de los valores humanos el que se adapta a su trabajo con eficiencia o el carcelero neurótico? El neurótico según Fromm es el individuo que no ha podido adaptar sus motivaciones vitales al contexto social en el que vive, si ese contexto social es patologizante podría darse el caso que su anormalidad social fuese un síntoma de normalidad desde la perspectiva meramente individual. La palabra neurosis o normalidad social sólo tienen valor para Fromm en relación con la adaptación del individuo a su contexto social pero no nos dice nada sobre la normalidad del individuo como tal. De hecho los mecanismos de defensa que vamos a ver a continuación son mecanismos que el individuo adopta como defensa hacia la intromisión social en su autodesarrollo; estos mecanismos son callejones sin salida en donde el desarrollo personal del individuo queda anclado y suelen generar grandes dosis de sufrimiento y frustración, aún así estos mecanismos pueden ser perfectamente admitidos por la sociedad.

Existen tres mecanismos de evasión fundamentales: el autoritarismo, la destructividad y la conformidad. Pasamos a continuación a analizar el autoritarismo que en palabras de Fromm:

"consiste en la tendencia a abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo, o alguien, exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo individual carece"
 E. Fromm; El miedo a la libertad; Paidos Contextos 2006 p. 156.


Este autoritarismo se muestra en dos caracteres típicos, el sádico y el masoquista, que suelen combinarse frecuentemente en el carácter sadomasoquista . El carácter sádico se distingue por el placer que le proporciona someter física o moralmente a otras personas y convertirlas en meros instrumentos de su voluntad. Estas tendencias sádicas están fuertemente racionalizadas y permanecen generalmente a un nivel inconsciente; el sádico se oculta su carácter bajo la forma de una extremada bondad o una exagerada preocupación por el prójimo que le empuja a someterlo "por su bien". El sádico depende emocionalmente de la persona a la que somete, es tanto el tirano como el esclavo de su víctima ya que los únicos sentimientos de fuerza que el carácter sádico posee son los que nacen del hecho de ser el dominador de alguien.

El carácter masoquista es la contrapartida del carácter sádico, si este encontraba su sentimiento de fuerza en el someter a otros el masoquista haya tranquilidad y reposo en  renunciar a su identidad en beneficio de terceras personas que ejercerán el poder sobre él como guías o autoridades incontrovertibles. Tanto el carácter sádico como el masoquista hayan la fortaleza de su yo en una relación de poder con otra persona; ambos persiguen lo mismo aún con actitudes tan encontradas: evadir al individuo de su insoportable sensación de soledad e impotencia. Pero ambas soluciones son meras huidas, el sujeto pretende pertenecer a algo pero esa pertenencia es ficticia y las obligaciones de ejercer cada vez mayor poder (sadismo) o mayor sumisión (masoquismo) para evitar la angustia y la soledad que siempre acechan hacen que estos mecanismos de evasión acaben produciendo estados de sufrimiento psíquico más profundos de los que se pretendían evitar. Aún así en sociedades totalitarias el carácter sádico-masoquista podría ser considerado socialmente normal y adaptarse perfectamente a estructuras de poder rígidas.

En ocasiones el sadomasoquismo se ha confundido con el amor pero el amor, realmente, se basa en una relación de igualdad y libertad en donde el pleno desarrollo de las potencialidades del amante es o debería ser compatible con el desarrollo del amado. La subordinación masoquista a una figura de autoridad (es de triste actualidad los casos de mujeres que dicen tolerar el maltrato porque "aman" a su maltratador) puede generar alguna pseudo satisfacción psicológica como mecanismo de evasión pero no puede ser considerado amor. Por otro lado aquella persona que manda y somete a otras personas por amor hacia ellas, por su propio bien también está confundiendo una relación de dominio sádico con un sentimiento de amor genuino. 

La relación sadomasoquista no se basa en la fuerza sino en la debilidad, es la muestra de la incapacidad del individuo para mantenerse solo y subsistir como una realidad diferenciada en el mundo; el sádico-masoquista no muestra en su conducta poder ni fuerza sino impotencia para relacionarse armónicamente con el mundo real y humano que le rodea ya que sólo puede dominarlo o someterse a él. Por todo lo anterior podemos decir que la persona sadomasoquista se caracteriza porque su relación hacia la autoridad es de admiración y sometimiento pero, al mismo tiempo, desea poseer esa autoridad para ejercerla sobre otros más débiles que él. Fromm denominará a esta personalidad sadomasoquista personalidad autoritaria, esta personalidad autoritaria que busca la evasión de su propia libertad en el mandar y en el obedecer es la que ha sostenido y sostiene a los regímenes autoritarios de diverso cuño.

La personalidad autoritaria en las actuales democracias parece tener un papel marginal pero no es necesariamente así según Fromm. En la Edad Media y en los gobiernos fascistas la autoridad estaba personificada por reyes, obispos, maestros, etc. con la llegada de la Reforma empezó a emerger un nuevo concepto de autoridad: la autoridad subjetiva, la propia conciencia como guía inflexible de nuestros actos y nuestros deseos; sin embargo, el triunfo de la democracia burguesa en occidente parece que trajo aparejado una mayor laxitud de esa conciencia individual, de ese super-yo que constreñía la mentalidad victoriana hasta llevarla a la histeria. ¿Podemos por lo tanto decir que haya muerto la autoridad tal y como la entendemos? Para Fromm no, la autoridad ahora se ha vuelto autoridad anónima, se ha transformado en normalidad social, psicológica, de costumbres, etc. la televisión ha tenido mucho que ver en ello y los modelos normales de conductas que nos proponen los programas y los noticiarios no nos son impuestos sino que más bien se nos dan como ya dados y tácitamente aceptados por todos. En esta situación el hombre moderno aún es en buena medida siervo de patrones de conductas que vienen pseudoimpuestos por una normalidad anónima e impersonal.

El segundo mecanismo de evasión del que trata Fromm es de la destructividad. Mientras que el carácter sádico pretendía someter al mundo el carácter destructivo pretende aniquilar todo lo que se oponga a su personalidad. La comparación con la realidad muestra al individuo destructivo su pobreza psicológica y para evitar esta comparación odiosa el sujeto opta por destruir el objeto que le genera esta sensación desagradable.

"La vida posee un dinamismo íntimo que le es peculiar; tiende a extenderse, a expresarse, a ser vivida. Parece que si esta tendencia se ve frustrada, la energía encauzada hacia la vida sufre un proceso de descomposición y se muda en una fuerza dirigida hacia la destrucción. En otras palabras: el impulso de vida y el de destrucción no son factores mutuamente independientes, sino que son inversamente proporcionales. Cuanto más el impulso vital se ve frustrado, tanto más fuerte resulta el que se dirige a la destrucción; cuanto más plenamente se realiza la vida, tanto menor es la fuerza de la destructividad. Esta es el producto de la vida no vivida."
E. Fromm; El miedo a la libertad; Paidos Contextos 2006 p. 194.

Cuando una persona se dedica a actividades destructivas sin que haya razón clara para ello la sociedad suele considerarlo un enfermo o un elemento asocial. Por lo tanto cuando una persona posee conductas destructivas tiene que ocultarlas tras una fuerte racionalización socialmente aceptada para poder ser admitido en el grupo al que pertenece.

El tercer y último mecanismo de evasión del que nos habla Fromm es la conformidad automática. Se entiende por conformidad automática aquel mecanismo de evasión que hace que el yo del individuo se diluya en la sociedad circundante, se puede comparar al mimetismo del camaleón que lo hace indistinguible de su entorno; el individuo que adopta la conformidad automática como forma de conducta habitual adopta el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales, es igual a todo el mundo y se comporta tal y como se espera que se comporte.

Casi siempre el individuo conformista considera que su línea de actuación es propia y libremente elegida pero en realidad no es así, más bien ocurre que este tipo de individuo racionaliza los motivos por los que adopta la conducta conformativa. Las ideas que surgen espontáneamente del pensamiento son siempre nuevas y originales mientras que las racionalizaciones de los motivos no hacen más que confirmar los prejuicios emocionales que se encuentran ya dentro del mismo individuo. Esto nos hace preguntarnos hasta qué punto podemos decir que nos pertenecen nuestras decisiones cuando muchas veces no han surgido de una elección personal sino que hemos sido empujados a ellas por miedo al aislamiento o incluso por amenazas directas sobre nuestra vida o libertad. Fromm llega a afirmar que es posible que en muchas personas, incluidos nosotros mismos, el número de decisiones originales es un fenómeno relativamente raro; la mayoría de las veces los motivos por los que adoptamos un comportamiento u otro no están basados en verdaderas elecciones autónomas del individuo. El mecanismo de conformidad automática sería un caso extremo de esta despersonalización de las decisiones, el individuo no elige su destino aunque así lo parezca y lo crea.

La sustitución de pseudoactos en lugar de actos propios y personales conduce finalmente a una sustitución del yo original del individuo por un pseudoyó que se comporta como un actor que representa el papel que le ha sido asignado. Pero al igual que los otros dos mecanismos de evasión analizados la conformidad también lleva al sujeto a una situación sin salida:

"La pérdida del yo y su sustitución por un seudoyó arroja al individuo a un intenso estado de inseguridad. Se siente obsesionado por las dudas, puesto que, siendo esencialmente un reflejo de lo que los otros esperan de él, ha perdido, en cierta medida, su identidad. Para superar el terror resultante de esa pérdida se ve obligado a la conformidad más estricta, a buscar su identidad en el reconocimiento y la incesante aprobación por parte de los demás. Puesto que él no sabe quién es, por lo menos los demás individuos lo sabrán... siempre que él obre de acuerdo con las expectativas de la gente; y si los demás lo saben, él también lo sabrá... tan sólo con que acepte el juicio de aquéllos."
E. Fromm; El miedo a la libertad; Paidos Contextos 2006 p. 213.

La conformidad automática es el mecanismo de evasión propio del hombre democrático que se encuentra en una extraña paradoja: es libre para hacer lo que quiere pero es incapaz de querer libremente. De la conformidad automática como mecanismo psicológico propio del ciudadano democrático trataremos en el siguiente post sobre "El miedo a la libertad".

Sé feliz


jueves, septiembre 11, 2008

Como un río en incesante fluir

 Reflexiona repetidamente sobre la rapidez de tránsito y alejamiento de los seres existentes y de los acontecimientos. Porque la sustancia es como un río en incesante fluir, las actividades están cambiando de continuo y las causas sufren innumerables alteraciones. Casi nada persiste y muy cerca está este abismo infinito del pasado y del futuro, en el que todo se desvanece. ¿Cómo, pues, no va a estar loco el que en estas circunstancias se enorgullece, se desespera o se queja en base a que sufrió alguna molestia cierto tiempo e incluso largo tiempo?


Marco Aurelio; Meditaciones; libro V párrafo 23

lunes, septiembre 08, 2008

El miedo a la libertad (i): La libertad como problema psicológico

El miedo a la libertad (1941) es una de las obras más influyentes y reconocidas del filósofo judío Erich Fromm (1900-1980). Fromm perteneció a la escuela de Frankfurt pero su interpretación heterodoxa del marxismo lo alejó del círculo. Su pensamiento es muy deudor del psicoanálisis al que intenta reconciliar con el marxismo elaborando una síntesis original con la que analizaría y criticaría tanto al capitalismo como al socialismo de Estado. Este es el primero de una serie de artículos en donde expondré los puntos más relevantes y sugerentes de la obra ya citada "El miedo a la libertad".

El proyecto del libro es analizar las causas psicológicas del fascismo y del capitalismo. La pregunta de Fromm es cómo es posible la emergencia de movimientos totalitarios que han sido amparados por las clases medias que encumbraron en otro tiempo a la democracia y que reclamaron cada vez mayor independencia de la Iglesia o de los señores feudales. Aunque ataca con dureza el fascismo también la democracia es objeto de una profunda crítica ya que la estructura psicológica que permite y sostiene el sistema capitalista no es, según Fromm, una estructura de la personalidad sana y espontánea como veremos en artículos próximos.

Para analizar el trasfondo psicológico de la democracia y del fascismo Fromm comienza haciendo una puntualización. La personalidad no es fruto casual del azar, la personalidad es, en buena medida, una creación social. El carácter del hombre medieval y del hombre moderno son fruto en gran parte del contexto sociológico en el que se encuentran; hoy en día, por ejemplo, el tópico del carácter mediterráneo, anglosajón o africano tiene relación con esta idea de Fromm de la fuerte relación entre personalidad y contexto sociológico. No obstante, la personalidad no es sólo fruto del contexto social sino que ella misma posee un dinamismo propio que la hace evolucionar y hace también que las estructuras sociales se adapten a ella. La relación de la personalidad y la sociedad es una relación fuerte pero compleja que tiene que ver más con la retroalimentación que con la dependencia ya que de igual modo que el ser humano tiene necesidades fisiológicas imperativas también posee necesidades psicológicas que la sociedad debe satisfacer (necesidad de relaciones sociales, de desarrollo personal, de seguridad...) para que la personalidad tipo permanezca sin variaciones. Como diversos factores, sobre todo de índole económica, varían la estructura de las sociedades, a veces abruptamente, las sociedades en ocasiones no pueden satisfacer las necesidades psicológicas de sus personalidades tipos por lo que estas personalidades sufren una reestructuración que acarreará en definitiva una reconstrucción de las mismas estructuras sociales.

Para explicar las fuertes relaciones entre sociedad y personalidad Fromm presentará el proceso de individuación como un proceso de adquisición de libertad que es entorpecido o enriquecido por el contexto social. El niño pequeño, según nuestro autor, al desarrollarse va adquiriendo independencia de los vínculos primarios: es capaz de andar sin que lo lleven en brazos, puede comer sólo o salir a la calle sin que sus padres vigilen de él. Pero esta libertad tiene un carácter ambiguo ya que libera al niño para hacer cosas pero también libera al niño de unos vínculos que le otorgaban seguridad y confianza. El niño que empieza a andar sólo pronto descubre que puede caerse y que ya su madre no está ahí para sostenerlo en brazos. Ante estos elementos "negativos" de la libertad el hombre puede huir de su propia libertad es decir de su propia personalidad para reintegrarse en un grupo mayor en donde sentirse seguro, este mecanismo de huida lo llama Fromm sumisión pues su finalidad es abandonar la propia personalidad y obedecer normas externas al propio individuo que espera, gracias a este procedimiento, un cierto apaciguamiento de su sensación de soledad. Pero del mismo modo que el bebé no puede volver al vientre materno el hombre no puede retornar a sus vínculos primarios, la sumisión es un retorno a ninguna parte ya que por un lado la seguridad primigenia del infante tiene que ser comprada a un altísimo precio: la renuncia a la personalidad; y, por otro lado, estos vínculos recompuestos artificialmente no son los mismos que amparaban al niño pequeño. La sumisión, al final, sólo genera hostilidad, rebeldía y una angustia mayor de la que quería evitar.

Sin embargo, a través de la relación espontánea con los otros hombres y con la naturaleza (amor y trabajo) el individuo sí puede desarrollarse independientemente y establecer nuevos lazos sociales sin renunciar a su propia personalidad. Esto sería relativamente fácil si el proceso natural del crecimiento del yo no se viera interrumpido por causas sociales de múltiple naturaleza; en esta situación el individuo en el proceso de autodesarrollo ve sus expectativas amputadas por condicionamientos extrapersonales y en esta situación es factible que caiga en algún mecanismo de evasión que le permita superar la frustración que le produce el conflicto insalvable entre su desarrollo y los límites sociales que se le imponen. En unas circunstancias en donde las condiciones económicas, sociales y políticas no ofrecen posibilidades a la autorrealización del individuo este se ve tentado a algún tipo de abandono de la libertad ya sea buscando la sumisión o una relación con los hombres y el mundo que le prometa darle certidumbre aún a precio de su propia libertad.

En el próximo artículo sobre este tema trataré los diferentes mecanismos de evasión de los que habla Fromm en su libro: el autoritarismo, la destructividad y la conformidad. Para terminar este post dejo un pequeño texto en donde Fromm analiza el relato bíblico del pecado original como búsqueda de la libertad y adquisición de independencia:

"Una imagen particularmente significativa de la relación fundamental entre el hombre y la libertad la ofrece el mito bíblico de la expulsión del hombre del Paraíso. El mito identifica el comienzo de la historia humana con un acto de elección, pero acentúa singularmente el carácter pecaminoso de ese primer acto libre y el sufrimiento que éste origina. Hombre y mujer viven en el Jardín edénico en completa armonía entre sí y con la naturaleza. Hay paz y no existe la necesidad de trabajar; tampoco la de elegir entre alternativas; no hay libertad, ni tampoco pensamiento. Le está prohibido al hombre comer del árbol del conocimiento del bien y del mal: pero obra contra la orden divina, rompe y supera el estado de armonía con la naturaleza de la que forma parte sin trascenderla. Desde el punto de vista de la Iglesia, que representa a la autoridad, este hecho constituye fundamentalmente un pecado. Pero desde el punto de vista del hombre se trata del comienzo de la libertad humana. Obrar contra las órdenes de Dios significa liberarse de la coerción, emerger de la existencia inconsciente de la vida prehumana para elevarse hacia el nivel humano. Obrar contra el mandamiento de la autoridad, cometer un pecado, es, en su aspecto positivo humano, el primer acto de libertad, es decir, el primer acto humano. Según el mito, el pecado, en su aspecto formal, está representado por un acto contrario al mandamiento divino, y en su aspecto material por haber comido del árbol del conocimiento. El acto de desobediencia, como acto de libertad, es el comienzo de la razón. El mito se refiere a otras consecuencias del primer acto de libertad. Se rompe la armonía entre el hombre y la naturaleza. Dios proclama la guerra entre el hombre y la mujer, entre la naturaleza y el hombre. Este se ha separado de la naturaleza, ha dado el primer paso hacia su humanización al transformarse en "individuo". Ha realizado el primer acto de libertad. El mito subraya el sufrimiento que de ello resulta. Al trascender la naturaleza, al enajenarse de ella y de otro ser humano, el hombre se halla desnudo y avergonzado. Está solo y libre y, sin embargo, medroso e impotente. La libertad recién conquistada aparece como una maldición; se ha libertado de los dulces lazos del Paraíso, pero no es libre para gobernarse a sí mismo, para realizar su individualidad."

E. Fromm; El miedo a la libertad; Paidos Contextos 2006 pp. 56-57

Sé feliz