martes, septiembre 04, 2007

101 Experiencias de filosofía cotidiana

Título: 101 Experiencias de filosofía cotidiana

Autor: Droit, Roger-Pol (1949- )
Traductora: Andrés Gromaches, Esther
Publicación: Barcelona. Grijalbo , 02/2003
Descripción: 224 p. ; 22x15 cm; rústica.
Precio: 17,50 €


El libro de Droit que comentamos nos propone 101 experiencias que nos harán descubrir lo estrechos y frágiles que son los muros de eso que llamamos "vida cotidiana". Por que cuando una experiencia de la "vida cotidiana" se convierte en un experiencia filosófica la cotidianidad estalla en mil pedazos y nos vemos inmersos en el desasosegante y maravilloso mundo de lo extraordinario. Y esto es lo que propone Droit.
Descotidianizar o "extraordinizar" nuestra existencia común es la pretensión fundamental del libro. El baile de unas motas de polvo en un rayo de luz, el cadáver de un pájaro muerto o la visión de una mujer en el quicio de una ventana son puertas abiertas para la reflexión filosófica, son una entrada insospechada al mundo de lo imaginario, de lo irreal, de lo extraño. Otras experiencias del libro exigen cierta preparación, no dependen de lo fortuito sino de la premeditación; depende de un ejercicio de nuestra imaginación, por ejemplo, convertir el hecho de ir a comprar el pan o unos sellos en una interpretación teatral.
Las 101 experiencias están escritas, según Droit en la Introducción al libro, para ser realizadas pero también, a mi juicio, para ser imaginadas; pero imaginadas o realmente realizadas todas ellas nos transportan a un universo que se nos muestra complejo, rico, casi, casi como infinito y nos permiten comprender la esencial importancia de todo lo que nos rodea, de todo lo que somos y hacemos. Como ya dije, la fragilidad de lo real, de nosotros mismo y nuestra radical pequeñez, nos convierten, en estas experiencias, en el centro de un universo descentralizado, ajeno, gratuito y, por eso mismo, maravillosamente mágico.
A modo personal un hecho que me ha llamado la atención del libro es que ya he realizado algunas de las experiencias que sugiere Droit sin advertir que eran experiencias filosóficas, incluso constatando lo mismo que Droit constata en sus reflexiones sobre las experiencias. Irónicamente muchas de estas experiencias las hice casi siendo un niño, lo que corrobora que siendo la admiración y el asombro las actitudes filosóficas esenciales el niño es el filósofo más autentico e incondicional... ¿o quizás que el filósofo el niño más irreductible? Seguro que leyendo este libro más de uno descubra que también ha experimentado ese asombro y esa admiración por el mundo que hemos dado en llamar filosofía.

Sé feliz

(Si quieres ver un ejemplo he subido la experiencia de filosofía cotidiana número 35 como muestra)