jueves, noviembre 13, 2008

¿Todos enfermos?

[...] no existe ningún comportamiento o persona que un psiquiatra moderno no pueda diagnosticar plausiblemente como anormal o enfermo. En vez de insistir en ello, citaré una serie de criterios -ajustados cuidadosamente a la regla “Cara, yo gano; cruz, tú pierdes”- ofrecidos por un psiquiatra para el hallazgo de problemas psiquiátricos en niños en edad escolar. En un comunicado defendiendo los servicios psiquiátricos en las escuelas, el autor enumera los siguientes tipos de comportamientos como:

“Sintomáticos de una perturbación subyacente más profunda...: 1. Problemas académicos -rendimiento bajo, rendimiento superior a lo normal, comportamiento errático, desigual. 2. Problemas sociales con los hermanos o compañeros -como el niño agresivo, el niño sumiso, el exhibicionista. 3. Relaciones con los padres y con otras personas revestidas de autoridad, tales como comportamiento desafiante, comportamiento sumiso, adulación. 4. Otras manifestaciones del comportamiento, como tics, morderse las uñas, succión del pulgar... e intereses más propios del sexo opuesto (una muchacha demasiado desenvuelta o un muchacho afeminado...” (Sherwin S. Radin, Mental problems in school children, J. of Sch Health, 32: 390-397 (Dec), 1962; p.75)

Desde luego, resulta evidente que no hay un comportamiento infantil que no pueda ser clasificado por un psiquiatra dentro de alguna de las citadas categorías. Clasificar como trayectoria académica patológica el “rendimiento bajo”, el “rendimiento superior a lo normal” o el rendimiento desigual” sería cosa de risa si no fuera tan trágico. Cuando se nos dice que, si un paciente psiquiátrico llega a su cita con antelación, está angustiado; que, si llega con retraso, es hostil y que, si llega puntual, es compulsivo, nos reímos, porque suponemos que se trata de una broma. Pero aquí se nos está diciendo lo mismo con toda seriedad.

Thomas Szasz; La fabricación de la locura; Kairós 2005, pp 53-54