Sobre las emociones del gusto en general
Este post pretende ser una reseña de la sección I del libro de Edmund Burke "De lo sublime y de lo bello".
En la Primera Parte de su obra "De lo sublime y de lo bello" trata Edmund Burke de hacer un análisis preliminar de las emociones del gusto, especialmente de las que están asociadas a las sensaciones estéticas.
En la primera sección de esta parte el autor trata de la emoción de la Curiosidad que define como el placer que se experimenta ante cualquier novedad. Este afecto es uno de los más superficiales ya que cambia continuamente de objeto y a pesar de tener un apetito muy marcado es fácil de satisfacer. Este carácter superficial hace que sea necesario cierto grado de novedad en todo lo que opera sobre nuestra mente de tal manera que la curiosidad se mezcla más o menos en todas nuestras emociones.
Pero para que algo emocione la mente del hombre hace falta algo más que la mera novedad: hace falta que ese algo esté ligado a los sentimientos del placer o dolor. Estos dos sentimientos son sentimientos positivos para Burke, es decir, que el autor irlandés se opone a la concepción del dolor como una cesación de placer. Según Burke nuestro estado natural no es de placer sino de indeferencia y el dolor, lo mismo que el placer, inducen algún movimiento positivo en nuestra sensación que genera los citados sentimientos. Tanto un sabor desagradable como uno agradable introducen sensaciones positivas, en un caso dolor y en otra placer por lo tanto, esto demostraría que dolor y placer son sentimientos positivos. Sin embargo, Burke reconoce que también se produce cierta fruición negativa en nuestra sensibilidad cuando se produce la remoción de un dolor o peligro, a esta sensación la llama deleite y es diferente al placer positivo.
Llegados a este punto dice Burke que las ideas que generan placer y dolor, y las derivadas de ambas por supuesto, son de dos tipos: las asociadas a la autoconservación y las asociadas a la sociedad. Las ideas de autoconservación son del tipo: dolor físico, placer corporal, salud, enfermedad, muerte, vida, etc. de todas estas algunas generan placer (salud, placer corporal o vida en la enumeración anterior) y otras dolor y peligro (muerte, enfermedad y dolor físico). Según Burke, y creo que esto es discutible, las pasiones de la autoconservación que más nos impresionan son las de naturaleza dolorosa y peligrosa (la muerte nos aterra más que el que nos alegra estar vivos).
Es en este momento cuando Burke define por primera vez lo sublime en su obra: el sentimiento de lo sublime procede de las ideas de dolor y peligro, es decir de todo lo que es de algún modo terrible, y por lo tanto es el sentimiento más fuerte que la mente es capaz de experimentar. Lógicamente cuando el dolor o el peligro acosan demasiado no se produce lo sublime sino sencillamente el terror; este terror sólo produce ese sentimiento delicioso de lo sublime a ciertas distancias y con ligeras modificaciones. De por qué esto es así lo explicará el autor en la parte II de la obra que estamos analizando.
En cuanto a las ideas que proceden de la sociedad pueden distinguirse dependiendo de la sociedad a la que nos refiramos en dos grandes tipos: las ideas que proceden de la sociedad de los sexos y las ideas que proceden de la sociedad en general. El deseo de unirse a cualquier individuo del sexo contrario es meramente lascivia que es lo que existe en los animales; pero en el hombre este deseo es discriminativo o en otras palabras el deseo se manifiesta más intensamente hacia ciertos sujetos del sexo opuesto que consideramos bellos. Cuando consideramos a algún sujeto bello, y no sólo a un sujeto sino también a un animal e incluso un objeto, tendemos a permanecer a su lado o a anhelar su cercanía; esto hace concluir a Burke que la belleza es un sentimiento social (ya que tiende a la unión de sujetos) y que genera, en contra de lo que hacía el sentimiento de lo sublime, la sensación de placer en el individuo.
Pero las ideas procedentes de la sociedad no eran sólo de la sociedad de los sexos sino que, como dijimos, Burke consideraba también que las ideas de la sociedad de los hombres en general también generaban sentimientos en los individuos. Los tres sentimientos fundamentales a que dan lugar estas ideas son básicamente: simpatía, imitación y ambición.
Por simpatía debe entenderse "como una especie de sustitución, por la que se nos coloca en el lugar de otro hombre, y nos vemos afectados, en muchos aspectos, al igual que él". Es este sentimiento el que explica que la contemplación, por ejemplo, de hazañas bélicas o situaciones amorosas genere en nosotros sentimientos, respectivamente, de sublimidad o belleza. Es la simpatía la que nos proporciona esas sensaciones estéticas.
La imitación, otro sentimiento asociado a la sociedad, genera por sí misma placer en el hombre. Burke no se detiene en ella ya que poco tiene que ver con los sentimientos estéticos y ya que este sentimiento natural ya fue tratado con profusión por Aristóteles en su obra Poética.
La ambición, por último, es el placer producido por la superación del prójimo. Este sentimiento social, como el anterior, sólo se asocia a la estética cuando está por medio el sentimiento de simpatía pero, por sí mismo no tiene naturaleza estética.
Con una breve recopilación en donde el autor vuelve a subrayar que la belleza genera en nosotros ternura y placer y lo sublime temor, termina este primer capítulo de la obra que estamos comentando.
En la Primera Parte de su obra "De lo sublime y de lo bello" trata Edmund Burke de hacer un análisis preliminar de las emociones del gusto, especialmente de las que están asociadas a las sensaciones estéticas.
En la primera sección de esta parte el autor trata de la emoción de la Curiosidad que define como el placer que se experimenta ante cualquier novedad. Este afecto es uno de los más superficiales ya que cambia continuamente de objeto y a pesar de tener un apetito muy marcado es fácil de satisfacer. Este carácter superficial hace que sea necesario cierto grado de novedad en todo lo que opera sobre nuestra mente de tal manera que la curiosidad se mezcla más o menos en todas nuestras emociones.
Pero para que algo emocione la mente del hombre hace falta algo más que la mera novedad: hace falta que ese algo esté ligado a los sentimientos del placer o dolor. Estos dos sentimientos son sentimientos positivos para Burke, es decir, que el autor irlandés se opone a la concepción del dolor como una cesación de placer. Según Burke nuestro estado natural no es de placer sino de indeferencia y el dolor, lo mismo que el placer, inducen algún movimiento positivo en nuestra sensación que genera los citados sentimientos. Tanto un sabor desagradable como uno agradable introducen sensaciones positivas, en un caso dolor y en otra placer por lo tanto, esto demostraría que dolor y placer son sentimientos positivos. Sin embargo, Burke reconoce que también se produce cierta fruición negativa en nuestra sensibilidad cuando se produce la remoción de un dolor o peligro, a esta sensación la llama deleite y es diferente al placer positivo.
Llegados a este punto dice Burke que las ideas que generan placer y dolor, y las derivadas de ambas por supuesto, son de dos tipos: las asociadas a la autoconservación y las asociadas a la sociedad. Las ideas de autoconservación son del tipo: dolor físico, placer corporal, salud, enfermedad, muerte, vida, etc. de todas estas algunas generan placer (salud, placer corporal o vida en la enumeración anterior) y otras dolor y peligro (muerte, enfermedad y dolor físico). Según Burke, y creo que esto es discutible, las pasiones de la autoconservación que más nos impresionan son las de naturaleza dolorosa y peligrosa (la muerte nos aterra más que el que nos alegra estar vivos).
Es en este momento cuando Burke define por primera vez lo sublime en su obra: el sentimiento de lo sublime procede de las ideas de dolor y peligro, es decir de todo lo que es de algún modo terrible, y por lo tanto es el sentimiento más fuerte que la mente es capaz de experimentar. Lógicamente cuando el dolor o el peligro acosan demasiado no se produce lo sublime sino sencillamente el terror; este terror sólo produce ese sentimiento delicioso de lo sublime a ciertas distancias y con ligeras modificaciones. De por qué esto es así lo explicará el autor en la parte II de la obra que estamos analizando.
En cuanto a las ideas que proceden de la sociedad pueden distinguirse dependiendo de la sociedad a la que nos refiramos en dos grandes tipos: las ideas que proceden de la sociedad de los sexos y las ideas que proceden de la sociedad en general. El deseo de unirse a cualquier individuo del sexo contrario es meramente lascivia que es lo que existe en los animales; pero en el hombre este deseo es discriminativo o en otras palabras el deseo se manifiesta más intensamente hacia ciertos sujetos del sexo opuesto que consideramos bellos. Cuando consideramos a algún sujeto bello, y no sólo a un sujeto sino también a un animal e incluso un objeto, tendemos a permanecer a su lado o a anhelar su cercanía; esto hace concluir a Burke que la belleza es un sentimiento social (ya que tiende a la unión de sujetos) y que genera, en contra de lo que hacía el sentimiento de lo sublime, la sensación de placer en el individuo.
Pero las ideas procedentes de la sociedad no eran sólo de la sociedad de los sexos sino que, como dijimos, Burke consideraba también que las ideas de la sociedad de los hombres en general también generaban sentimientos en los individuos. Los tres sentimientos fundamentales a que dan lugar estas ideas son básicamente: simpatía, imitación y ambición.
Por simpatía debe entenderse "como una especie de sustitución, por la que se nos coloca en el lugar de otro hombre, y nos vemos afectados, en muchos aspectos, al igual que él". Es este sentimiento el que explica que la contemplación, por ejemplo, de hazañas bélicas o situaciones amorosas genere en nosotros sentimientos, respectivamente, de sublimidad o belleza. Es la simpatía la que nos proporciona esas sensaciones estéticas.
La imitación, otro sentimiento asociado a la sociedad, genera por sí misma placer en el hombre. Burke no se detiene en ella ya que poco tiene que ver con los sentimientos estéticos y ya que este sentimiento natural ya fue tratado con profusión por Aristóteles en su obra Poética.
La ambición, por último, es el placer producido por la superación del prójimo. Este sentimiento social, como el anterior, sólo se asocia a la estética cuando está por medio el sentimiento de simpatía pero, por sí mismo no tiene naturaleza estética.
Con una breve recopilación en donde el autor vuelve a subrayar que la belleza genera en nosotros ternura y placer y lo sublime temor, termina este primer capítulo de la obra que estamos comentando.
Sé feliz
P. D. Este es el enlace al Índice de posts sobre el libro de Edmund Burke "De lo sublime y de lo bello"